Bartola: “Mi madre no me dijo que yo era negra, solo que era un ser maravilloso”. (Geraldo Caso/Perú21)
Bartola: “Mi madre no me dijo que yo era negra, solo que era un ser maravilloso”. (Geraldo Caso/Perú21)

Fue Esther Dávila hasta su adolescencia. Después de cantar “Como una rosa roja” y “El último brindis”, se convirtió en , una de las mejores intérpretes de la música criolla, que este martes 31 está de fiesta. Pero antes conversamos con la barranquina de toda la vida.

Su madre le pegó con un cucharón por escaparse para ir a cantar.
No me hagas acordar que hasta ahora me duelen las rodillas (risas)… Tenía 15 años.

¿Y ya cantaba a esa edad?
No sabía que cantaba. Fue un día de colegio, en cuarto de secundaria. Nos mandaron a nuestras casas, pero nos fuimos a caminar hacia Surco. Yo estudiaba en Barranco. De pronto, encontramos un escenario donde estaba Martha Chávez ‘La Peruanísima’. Llamaban a la gente para subir a cantar. Era la Caravana Cultural Túpac Amaru que patrocinaba el Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social (Sinamos), en la época de Juan Velasco. Y subí pero de broma. Lucha Reyes era un furor y canté “Como una rosa roja”. Aplaudieron y pidieron “otra, otra”. Y canté “El último brindis”. Entonces no imaginé que estaba interpretando la canción del señor Augusto Polo Campos, quien me iba a poner el nombre (Bartola), quien me iba a hacer profesional.

¿Cómo llega a Polo Campos?
A pesar de que mi mamá me molió a cucharonazos, me dio permiso para ir a la caravana que me invitaron a raíz de cantar ese día. Mi madrina Martha Chávez le dijo: “Señora, su hija tiene condiciones”. Fui, gané la zona sur, Lima y a nivel nacional, y obtuve 10 mil soles de la época.

Que hoy equivale a...
Estimo que a unos 100 mil soles. Y no sabíamos qué hacer con tanta plata. Compré ropa, nos mudamos de casa, compré un televisor, muebles. Mi mamá me sacó una libreta de ahorros. Fue un golpe de suerte en mi vida. Y en la peña Poggi de Barranco empecé a trabajar por mi primer sueldo: 150 soles, un plato de frejoles con lomo saltado y chilcano de guinda, que se lo tomaba mi papá (risas).

¿En algún momento estudió canto?
Nunca.

Pero Polo Campos ha sido como un maestro para usted.
Él tocó la puerta de mi vida para que yo pensara en el canto como una profesión. Me hizo un contrato en Panamericana para el mejor programa de música criolla de la época, Danzas y canciones del Perú, donde estaban Nicomedes Santa Cruz, Rafael Matallana, Tania Libertad, Cecilia Bracamonte, ‘El Carreta’ Jorge Pérez. Polo Campos era el libretista. Un hombre íntegro, noble.

¿Cómo ha sido salir adelante en su condición de mujer y por su color de piel, que muchas veces son motivo de discriminación?
Mi madre nunca me dijo que yo era negra. Solo me hizo entender que yo era un ser humano maravilloso y como tal me he posicionado en la vida. Sé que no tengo la más bella voz, pero sí sé que soy una intérprete con fuerza, garra y ganas. Muchos cantan, pero los que interpretan somos muy pocos. Ese es mi plus: saber decir las cosas. Y mucho amor a lo que hago.

Hoy somos testigos de los casos de violencia de género y este tema está en reflexión permanente. Por eso la pregunta también.
Mi mamá medía 1.45 metros y no terminó la primaria. Soy del tercer compromiso de ella. Lo cuento con mucho orgullo. Mi mamá tuvo su primera hija a los 15 años, su segunda a los 16 y se separó porque el señor (con el que estaba) le quiso pegar. Agarró una piedra de chancar ajos y le dijo: “Golpe no se lo acepto a nadie”. Ella nos hizo fuertes, que no pensáramos ni en la raza ni el color ni en el credo. Fue lavandera para las mejores casas de Lima. La venían a recoger. Le pagaban en dólares. Nos decía: “En lo que hagas tienes que ser la mejor”.

Usted también es difusora de la música criolla en Canal 7.
Llevo siete años con el programa. Y el objetivo es querer captar la atención de los jóvenes.

¿Cómo ve la salud de la música criolla?
Está buena. En siete años, han pasado más de 200 jóvenes talentosos por Una y mil voces.

Pero pareciera que no se ha dado una renovación.
Se sigue hablando de Chabuca y Lucha Reyes porque son los referentes. Pero tenemos a Pamela Abanto, quien estuvo en La Voz y fue muy elogiada. Están Katherine Cuadros, María del Carmen Padilla, Jorge Luis Jasso, Eduardo del Perú, Michael Abanto.

¿Y compositores?
No hemos terminado de conocer lo que tenemos. Felipe Pinglo, Chabuca Granda, Manuel Acosta Ojeda, Juan Mosto, José Escajadillo, Pedro Pacheco tienen muchas canciones que no se conocen. Pero sí hay buenos compositores jóvenes: Marco Romero, Lourdes Carhuas, Carlos Rincón, Tito Manrique. Nos falta difusión. Peruanidad.

¿La composición es una deuda pendiente en su carrera?
No nací para ser compositora. Soy una muy buena intérprete, tal es así que, cuando yo tenía 17 años, Chabuca Granda me decía la señora Bartola, porque me consideraba una señora de la música criolla, de las mejores.

A sus 62 años, ¿qué más anhela en la vida?
Seguir cantando, que es lo único que me quita la pena y el dolor. Me llena el alma de alegría.

Autoficha:

* “Tengo 62 años y Dios todavía me da fuerzas para seguir trabajando. Somos nueve hermanos y yo soy la quinta. Siete mujeres y dos hombres. Y mi mamá mandaba más que mi papá en la casa. Ella ya no está conmigo, pero mi papá sí, quien tiene 89 años. Es un bello”.

* “Todo el tiempo me han ofrecido ser alcaldesa de Barranco, pero yo respondo: ‘Lo que pasa es que quiero seguir siendo honrada’. Hoy, no sé si sentirme exitosa, pero me siento querida, sé que he sobresalido. Todo lo he logrado por mérito propio”.

* “Muchas veces cantamos temas y los paporreteamos. En cada canción me meto al tema, siento y padezco toda la canción hasta el final. Entonces, la gente se ve involucrada conmigo y mi interpretación. Así, Lucha Reyes dejaba todo su amor en cada canción. Lo dejaba todo”.

TAGS RELACIONADOS