“El dolor es un lugar desconocido hasta el día en que llegamos a él. Sabemos que alguien querido puede ser víctima del infor-tunio, pero no avizoramos cómo serán en verdad cada uno de los días que vendrán. No imaginamos cuán devastador será. Sospechamos que nos sentiremos postrados, hechos pedazos, inconsolables. Lo que no sospechamos es que nos volveremos literalmente locos al extremo de creer posible lo imposible: que todo estará bien, que nada de eso nos está ocurriendo, que mañana todo volverá a la normalidad mientras, para todos, es obvio que nada de eso pasará. En la noción del dolor que uno imagina, el alivio habrá de llegar con el paso de los días. Los peores serán los primeros, en los que exhibiremos esa fuerza que todos nos dicen que debemos tener para sobreponernos a la desgracia. Luego –nos dicen–, poco a poco, la tormenta amaina-rá, se irá cerrando la herida. Pero lo que nadie nos advierte es el vacío infinito que nos espera, esa parálisis, esa absoluta au -sencia de sentido, esa sucesión inexorable de momentos huecos en que se convierte la vida”.Joan Didion, El Año del Pensamiento Mágico.