A veces el mensaje de una obra puede diluirse si se intenta extender más allá de su propósito. La primera temporada de ‘El juego del calamar‘ fue una de las series más populares de la plataforma de Netflix, habiendo sido vista en más de 90 países.
En la producción surcoreana las personas ingresan a juegos violentos para ganar un premio millonario y librarse de las deudas. Esta trama llegó a encantar a las audiencias por su sátira, además de sus impactantes escenas de violencia. Tres años después, Netflix ha vuelto a este universo con su segunda temporada.
Seong Gi-hun (Lee Jung-jae) quiere cambiar su vida, intentando irse a vivir a los Estados Unidos junto a su hija una vez que ganó el primer Juego del Calamar. Pero debido a distintas circunstancias, volverá a participar en los juegos una vez que ve nuevos participantes siendo indoctrinados. Creará un plan complejo para acabar desde adentro con la nociva industria.
Los guionistas sabían que no podían repetir patrones de la primera temporada, pero una serie con una temática tan política como lo es ‘El juego del calamar’ nunca podría separarse de su mensaje sin acabar superficializando el producto. Debían incursionar con nuevos elementos: personajes, subtramas y mensajes.
Pero a veces se sintió forzado, muchas tramas que terminaron de una manera satisfactoria en la primera temporada se han visto cambiadas, trayendo de vuelta a personajes que hubieran preferido alejarse de los eventos traumáticos.

Se intenta añadir un nuevo enfoque en la primera parte, inspirándose en el género de thriller, pero la trama llega a extenderse de manera que acaba siendo algo irrelevante una vez que sabemos el trayecto final de la serie.
El director Hwang Dong-hyuk había declarado para la revista estadounidense Variety que no tenía intenciones de hacer una segunda temporada, que sentía cansancio. Muchas veces los directores vuelven a un proyecto no porque quieran genuinamente, sino debido a que las casas productoras encontraron su gallina de los huevos de oro, y quieren explotarla lo más posible.
En todo caso, es preferible que el producto vuelva con sus creadores originales; claro, los artistas también tienen sus límites y agotamientos. Al final, es un producto funcional: la gente quiere ver escenas violentas, y las obtienen; quieren volver a aquello que los impactó en la primera temporada, y la serie en ese aspecto lo logra.
¿Habrá esperanza para la tercera temporada? Es posible, pero a medida que más se expanda la franquicia mediante mercancía y derivados, es probable que el subtexto político vaya desapareciendo de esta saga; mensajes anticapitalistas no ayudan en la venta de disfraces de Halloween.
DATOS
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El director de la serie ideó esta historia desde 2009, pero fue rechazada por varias cadenas de televisión.
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Se creó el diseño de los uniformes para los concursantes del juego en la ficción con el objetivo de dar una sensación de colonia, de grupos con poca independencia.
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