Esta semana comenzó a operar el nuevo aeropuerto Jorge Chávez. El primer vuelo aterrizó el último jueves, serán dos semanas de marcha blanca, y el primero de junio comenzará oficialmente una nueva era. Es una magnífica noticia para el turismo. Recordemos que tras varios años de crecimiento ejemplar, incluso a doble dígito, el sector comenzaba a tocar techo antes de la pandemia. El frenazo estuvo ocasionado en buena parte por el cuello de botella en que se había convertido el Jorge Chávez. Al no caber más vuelos, no podíamos recibir a más turistas.
Por fin, tras una larga espera, tendremos un aeropuerto de última generación. Y, en cuanto culminen los trabajos de mantenimiento en la anterior pista, contaremos con dos pistas de aterrizaje. Esto permitirá que las líneas aéreas que operan actualmente amplíen rutas. También podremos captar nuevas aerolíneas, como Turkish Airlines o Emirates, que ya vienen operando en la región. Lima tiene la ventaja de su ubicación estratégica en el centro del continente, además de ser la única capital de América con vista al mar. Esta nueva infraestructura hará posible retomar la condición de hub continental.
El nuevo aeropuerto nos hará ganar mayor fluidez en los vuelos, lo cual beneficiará no solo a Lima; también repercutirá positivamente en las conexiones con los aeropuertos del interior. El país estará conectado en forma más ágil y eficiente. Otro plus de tener doble pista es que no se repetirán situaciones como las de 2022 y 2024, cuando un par de incidentes obligaron a cerrar la pista, paralizando por completo el tráfico aéreo en la capital.
Es cierto que los accesos al aeropuerto son provisionales. Se han mejorado dentro de lo posible, con semaforización, ampliación de carriles, iluminación, ornato; pero el acceso definitivo, que incluye el bypass y el puente Santa Rosa, sigue pendiente. Hubo una mala coordinación y un retraso innegable de parte del Estado. Esperamos que esto se corrija en el caso del aeropuerto de Chinchero. Es indispensable que, mientras se avanza la construcción del terminal, se vayan resolviendo en paralelo los accesos al aeropuerto y su conexión con la ciudad de Cusco. La vía actual es un embudo; sumarle el tráfico de un aeropuerto sería completamente inviable.
Volviendo al nuevo Jorge Chávez, su impacto en el sector deberíamos sentirlo a partir del cuarto trimestre. Será un muy bienvenido booster que seguirá acercándonos al objetivo de recuperar las cifras de prepandemia. Prácticamente, todos los demás países se nivelaron o superaron esos números. ¡Ya es hora de que nosotros levantemos vuelo!