Predicción del fin del mundo

"Hoy, que el autor se ha ido, la guerra nos seguirá acompañando, pero me quedo con el pequeño y necesario consuelo: su obra maestra, también."

Fecha de publicación: 30/04/2025 – 6:21

Este mes Mario Vargas Llosa nos dejó, cerrando el capítulo de la que fue su gigante, complicada y enriquecedora vida. No han faltado los sentidos tributos y analíticas retrospectivas de su impacto literario y político. Pero a mí me gustaría dedicar este pequeño espacio a la que debería ser su obra cumbre: La guerra del fin del mundo.

La maestría narrativa es indiscutible, pero esta novela histórica debería ser más relevante que nunca por su capacidad para darle sentido a conflictos recientes y vigentes. El libro narra el conflicto de Canudos en el desierto brasileño de fines del siglo XIX. El gobierno, recientemente declarado república, estaba ansioso de esparcir progreso en todos los rincones del país. Pero un misterioso personaje, el Conselheiro, reúne un ejército de seguidores, todos unidos por condiciones miserables y la desconfianza en las promesas de la modernidad.

El Estado no veía en Canudos a un grupo de compatriotas vulnerable sino a una masa que se estaba levantando, seguramente, por influencia de saboteadores y la corona inglesa, que conspiraban para que Brasil no sea una república independiente. Los seguidores del profeta, no veía en el gobierno un proyecto nacional que buscaba generar bienestar, sino, literalmente, veían a satanás. Diálogo mortal de sordos, un bando gritaba “¡Muerte a Inglaterra!” y el otro respondía “¡Abajo el Anticristo!”.

El conflicto fue tan absurdo como inevitable. La tragedia no solo radica en la violencia entre compatriotas brasileros hace más de un siglo, sino en los ecos que genera hasta el día de hoy. Falsos profetas, realidades paralelas, fanatismo y conspiraciones infundadas son nuestro pan de cada día.

En Perú, es más fácil creer que conflictos sociales son financiados por Bolivia en vez de intentar entender a gente desesperada ante los efectos de la pandemia. En Ucrania, rusos invaden para “desnazificar” un país libre de nazis. En Medio Oriente, talibanes, judíos, palestinos y árabes mantienen malentendidos más complejos, mortales y persistentes de los ocurridos en el desierto brasilero.  

La guerra del fin del mundo no es solo un novelón. Es un manual de advertencias, un testamento del caos humano, un recordatorio de que los extremos se tocan y, casi siempre, terminan a balazos. Vargas Llosa lo escribió en su mejor momento, cuando aún creía que la literatura podía explicar el mundo. Y lo hizo, con furia, ternura, empatía y con una prosa afilada como machete.

Hoy, que el autor se ha ido, la guerra nos seguirá acompañando, pero me quedo con el pequeño y necesario consuelo: su obra maestra, también.  

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