La transformación digital es una de las grandes palancas de desarrollo en el siglo XXI, pero su avance en el Perú sigue siendo desigual. Mientras las grandes ciudades han comenzado a adoptar tecnologías digitales en sus procesos empresariales, educativos y públicos, muchas regiones del país aún enfrentan barreras significativas para acceder a los beneficios de esta revolución.
Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), solo el 38% de los hogares en zonas rurales tiene acceso a Internet, en contraste con el 80% en las áreas urbanas. Esta brecha digital no solo limita el acceso a servicios básicos como la educación y la salud, sino que también impide que los emprendimientos regionales se conecten con nuevos mercados, accedan a financiamiento digital o mejoren su productividad.
La digitalización no es solo una cuestión tecnológica, sino una transformación de cultura y de modelos de gestión. Empresas que adoptan herramientas digitales aumentan su eficiencia, mejoran la experiencia del cliente y acceden a mayores oportunidades de crecimiento. Sin embargo, en regiones del Perú, el desconocimiento, la falta de infraestructura y la escasa capacitación impiden que estas ventajas se generalicen.
En el plano empresarial, el 64% de las mipymes regionales no cuenta con presencia digital, según un estudio del BID y Cofide. Esta ausencia no solo las deja fuera del comercio electrónico, sino que limita su competitividad incluso a nivel local. La pandemia aceleró la adopción de herramientas digitales, pero también evidenció lo lejos que estamos de una transformación digital realmente inclusiva.
Iniciativas como las desarrolladas por CAENE Educación Ejecutiva vienen trabajando en reducir esta brecha mediante programas de alfabetización digital, formación en herramientas tecnológicas y estrategias de digitalización para emprendedores y empresas en regiones. Este enfoque descentralizado y práctico ha permitido que cientos de negocios accedan a soluciones tecnológicas accesibles, mejorando su gestión y alcance.
El Estado tiene el deber de impulsar políticas públicas que promuevan la transformación digital como una herramienta de equidad regional. La conectividad, los centros de innovación descentralizados y la incorporación de habilidades digitales en la educación básica y superior deben ser prioridad. Asimismo, alianzas con el sector privado pueden multiplicar el impacto de estas iniciativas.
El Perú no puede hablar de desarrollo si la digitalización sigue siendo un privilegio de pocos. La transformación digital debe ser una estrategia nacional con enfoque territorial, que democratice el acceso a oportunidades, eleve la competitividad y potencie el talento que existe en cada rincón del país.