Estado de la desunión

"Habrá que ver cuánto de lo predicado finalmente se concreta y cuánto queda en discurso para la tribuna. (…) Trump y sus políticas ya están cambiando a EE.UU. y al mundo, y no necesariamente para bien”. 

Fecha de publicación: 08/03/2025 9:37 pm
Actualización 09/03/2025 – 12:05

El último martes, el presidente Donald Trump dirigió su primer mensaje anual al Congreso de Estados Unidos, en lo que constituye una larga tradición de la política norteamericana —un equivalente a nuestro mensaje a la Nación por Fiestas Patrias—. Este evento se suele dar en enero, salvo en el primer año de los periodos presidenciales, en cuyo caso el mensaje se da en febrero o marzo, como fue este año.

Se trata de uno de los acontecimientos políticos más importantes del año y es usualmente un momento de encuentro y unidad entre los partidarios republicanos y demócratas. De hecho, el evento es conocido como el State of the Union (Estado de la Unión).

Este último martes, no obstante, el panorama fue muy distinto. Esto se hizo evidente desde antes de que iniciara el discurso, pues, a diferencia de lo que señala la tradición, Donald Trump ingresó solo al Capitolio y a la Cámara Baja. Usualmente, una delegación de congresistas del partido de oposición recibe y acompaña al presidente en su ingreso al recinto en una muestra de acercamiento y unidad, a pesar de las diferencias. En esta edición, no obstante, ninguna de las dos partes pensó que era una buena idea.  

Más aún, ni un solo demócrata se paró a aplaudir en el momento en que el presidente cruzó la puerta de la cámara, como usualmente sucede. Por el contrario, el nivel de hostilidad fue tal que el congresista demócrata Al Green tuvo que ser retirado luego de interrumpir insistentemente a gritos el inicio del discurso de Trump, una circunstancia tan tensa como inédita.

Estos hechos fueron solo el prolegómeno de un discurso cuya primera mitad no hizo sino cuestionar a la Administración de su predecesor, Joe Biden. Empezó vapuleando y ridiculizando las recientemente eliminadas políticas de diversidad e inclusión implementadas por los demócratas, argumentando que para su Gobierno solo existen dos géneros. También disparó contra la ayuda internacional dispensada en los años previos, burlándose incluso de los países a los que esta ha sido dirigida. “Ocho millones para promover derechos LGTB en Lesoto, un país sobre el que nadie ha escuchado”, dijo socarronamente el presidente Trump.

Estas líneas eran recibidas entre risas por la mitad republicana del auditorio. Una escena que habría sido inconcebible hace pocos años en la política norteamericana.

Luego, se refirió a la “catástrofe económica” de Biden, expresión que no tiene mayor sustento en la realidad si se considera que el crecimiento económico anual promedio durante la gestión Biden fue de 3.2%, mientras que el registrado en el primer gobierno de Trump fue de 2.3%. Pero ya es conocida la debilidad de Trump por las realidades alternativas.

Luego de esta sombría descripción del país que ha heredado, Trump giró hacia la visión que tiene para su nuevo gobierno, una en la que el proteccionismo económico tiene un rol protagónico.

“Si no haces un producto en América, durante la Administración Trump pagarás un arancel, en muchos casos muy alto”. El presidente se refirió a los aranceles de 25% que aplicarían para México y Canadá, los de 20% que aplicarán para China, así como los que gravarán las importaciones agrícolas en general. Agregó que, si algún país impone un arancel contra Estados Unidos, él impondrá uno igual en respuesta.  

Lo extraordinario de estos anuncios no debe pasar desapercibido. Se trata del presidente del país que por décadas ha sido el principal promotor del libre comercio y la integración global, hoy desencadenando una guerra comercial sin precedentes. Un cambio de paradigma que ya está pasando factura: entre el lunes y el martes de esta semana el índice bursátil Dow Jones cayó alrededor de 3%.

Quizás, por ello, es que dos días después Trump dio un paso atrás y anunció una postergación de un mes más para la aplicación de los aranceles en el caso de México, aplicable para la gran mayoría de bienes importados.

Teniendo en cuenta estas ideas y vueltas, habrá que ver cuánto de lo predicado finalmente se concreta y cuánto queda en discurso para la tribuna. En cualquier caso, Trump y sus políticas ya están cambiando a Estados Unidos y al mundo, y no necesariamente para bien. 

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