Siendo este un gobierno que comenzó con un maestro como presidente, es realmente vergonzoso el trato que se le ha dado a la educación en los últimos años. Un descalabro en el que, ciertamente, el Congreso de la República tiene también un protagonismo insoslayable, pero lo del ministro Morgan Quero sobrepasa ya cualquier límite.
Hace nomás unos meses este alto funcionario del Estado peruano, ante las denuncias de cientos de madres de familia de la zona, tuvo el desparpajo de alegar que las violaciones de niñas awajún por parte de docentes de las planillas del Minedu —524 solo en la provincia de Condorcanqui, Amazonas— podrían deberse a “prácticas culturales” ancestrales. Una demostración de ignorancia y desprecio por los pueblos indígenas que, pese a las disculpas públicas que Quero ofreció después, se alarga hasta el día de hoy, ya que las investigaciones y seguimientos que ofreció terminaron prácticamente en nada.
No obstante, aparte de otras extravagantes proclamas en el ínterin (“Los derechos humanos no son para las ratas”), esta semana volvió a enriquecer la sarta de sandeces que hilvana en su trayectoria como titular de Educación. Al hombre no se le ocurrió mejor idea que culminar su discurso en una ceremonia pública por el Día Mundial de la Concienciación del Autismo que lanzando vivas a este trastorno que aqueja a tantos niños en el Perú y el mundo (“¡Viva el autismo!” exclamó, levantando ambos brazos, como quien da hurras).
A las pocas horas la destacada historiadora Carmen McEvoy replicó duramente el episodio en sus redes sociales “¿Qué les dan a estos ministros en el café de las reuniones de Palacio de Gobierno? Patético y desconcertante (el) mensaje de otro zombi de un Estado con demencia crónica. Cómo se nota que este ‘intelectual’ no vive el día a día de una familia carenciada del Perú, con un niño autista”.
Una grotesca falta de respeto que seguía a otra majadería emitida públicamente 24 horas antes. Ese día aseguró que no era necesario contar con profesores especializados en inglés para impartir esta materia en las aulas escolares.
Un ministro como Morgan Quero es la prueba viviente de los extremos de pobreza intelectual, ceguera política e insensibilidad social a que ha llegado este gobierno.
Ya casi no se puede hablar de improvisación, pues si sumamos el drama de los colegios a las nuevas normativas que se promulgan sobre universidades e institutos superiores, cualquiera diría que se trata exactamente de lo contrario: una política planificada para destruir todo lo que signifique mejorar la calidad de la educación en el Perú.