Por Cindy Villegas (@CindyVi)
Mo, Evie y Otis, de solo 12, 10 y 8 años, respectivamente, abordaron en Ámsterdam (Holanda) el vuelo MH17 de Malaysia Airlines con su abuelo Nick. Viajaban de regreso a Australia porque faltaban pocos días para que las clases en su escuela de la ciudad de Perth se iniciaran, pero un misil, al parecer, evitó que llegaran a su destino.
Ellos son cuatro de las 298 personas que fallecieron el jueves cuando el Boeing 777 de la aerolínea asiática cayó en una zona de Ucrania controlada por los separatistas prorrusos.
A dos días de la tragedia, los equipos de rescate intentan recuperar los restos de los pasajeros que quedaron esparcidos a lo largo de varios kilómetros, en un área ubicada a 50 kilómetros al este de Donetsk.
En el avión de Malaysia Airlines viajaban 193 holandeses —entre ellos el nacido en EEUU Quinn Schansman—, 44 malasios, 27 australianos, 12 indonesios, 10 británicos, cuatro alemanes, cuatro belgas, tres filipinos y un canadiense.
Pero esos números tienen rostros, algunos de ellos activistas e investigadores que iban a participar en la conferencia internacional sobre el sida que comienza este domingo en Melbourne (Australia).
El expresidente de la Sociedad Internacional del Sida Joep Lange y su esposa perdieron la vida en ese vuelo. Al igual que Pim de Kuijer, de Stop AIDS Now!; Lucie van Mens y Maria Adriana de Schutter, de AIDS Action Europe; Glenn Thomas, de la Organización Mundial de la Salud; y Jacqueline van Tongeren, del Instituto de Ámsterdam para el Desarrollo Mundial de la Salud.
Entre las víctimas también podemos encontrar parejas de novios, un senador holandés, estudiantes, profesores, un piloto de helicóptero dedicado al rescate de personas, bebés y hasta una abuela del primer ministro de Malasia.
En el campo de trigo donde cayó el vuelo MH17 va quedando poco a poco maletas, juguetes y pasaportes sin dueño.
