El secretario general de la ONU, António Guterres. (EFE)
El secretario general de la ONU, António Guterres. (EFE)

Cuántas veces he recurrido al genial poema de Quevedo para apoyar alguna de mis reflexiones (“No ha de haber un espíritu valiente? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?”). Una vez más he de citarlo.

El contexto del poema: los tiempos de Felipe IV y del Conde Duque de Olivares, su valido, hombre poderoso e implacable.

Quevedo recurrió a la poesía para quejarse amargamente de vivir en una sociedad condenada al silencio y a la pleitesía.

Hablo del siglo XVII. Y de ese poderoso hombre montado en alazán, en una cabriola casi imposible, cubierto de oropeles, vara de mando en mano, y un fondo azul grisáceo premonitorio de tormentas, expresión de que al protagonista del cuadro de Velázquez (el Conde Duque), poco o nada le arredraba.

Esa simbología, trasladada a un país, encaja con la de Israel, que no acepta ni críticas ni consejos, y que está obcecada en la idea de aplastar a una población.

El secretario de Naciones Unidas, Guterres, no podía callar lo que siente, porque es obvio que Israel (sus gobernantes, más específicamente) quiere vivir como en tiempos de Felipe IV. Acallando a la crítica, y sin considerar a la población que tiene enfrente.

Guterres soltó lo que tantos piensan y pocos proclaman “los ataques de Hamás no vienen de la nada, sino de 56 años asfixiantes”.

Israel ha contestado con la sinrazón que parece ser marca de la casa.

Pero no es Israel, repito; son sus gobernantes. Muchos de los israelíes asesinados no participaban de la política de su Gobierno.

Guterres lo dijo y lo mantiene. Un valiente. Luciana Fuster, flamante reina internacional de la belleza, aprovechó el concurso para expresar su opinión: “Nadie merece vivir aterrorizado. Haya Paz”. Sensata y valiente.


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