“La descentralización fue una tremenda zancadilla a lo que habría podido lograrse si los recursos destinados a las regiones hubieran sido administrados de mejor manera”. (Foto: Andina)
“La descentralización fue una tremenda zancadilla a lo que habría podido lograrse si los recursos destinados a las regiones hubieran sido administrados de mejor manera”. (Foto: Andina)

“Pero eso es lo que pasa cuando (…), en vez de procurar hacerte buena propaganda escribiendo libros diciendo lo guapo y estupendo que eres y lo mucho que te quieren todos, eres tan gilipollas que dejas que los libros los escriban e impriman otros”. En Una historia de España, Arturo Pérez Reverte hace así referencia a un tema que hace años ronda entre quienes están preocupados por la idea que se tiene en nuestro país con relación al sistema que nos llevó, como ningún otro, al crecimiento y la reducción de la pobreza. Y eso es, con todas sus fallas, la economía de mercado, la independencia del Banco Central de Reserva, el rol subsidiario del Estado y el respeto a la inversión que, entre otros, defiende la Constitución de 1993.

Entre los reclamos de las protestas violentas está, por supuesto, el que “se vayan todos” y un adelanto de las elecciones que, hasta ahora, parece que no va a ocurrir. Nada asegura, además, que un adelanto de elecciones calme las protestas y desde hace rato se sabe que la demanda es, más bien, de una Asamblea Constituyente. Quienes lideran este reclamo saben que la Constitución puede ser modificada (y de hecho lo ha sido en diversas oportunidades) mediante mecanismos previstos en la misma. Entonces, el llamado a una Constituyente tiene otra finalidad, y esta es la de profundizar aún más en la inestabilidad y el desorden que ya vivimos desde más tiempo del que quisiéramos reconocer.

Es preciso aceptar, sin embargo, que poco hemos hecho para que la Constitución del 93 tenga más defensores, no solo en la narrativa, sino en las acciones de los diferentes niveles de gobierno. Por ejemplo, la descentralización fue una tremenda zancadilla a lo que habría podido lograrse si los recursos destinados a las regiones hubieran sido administrados de mejor manera, llevando obras allí donde más falta hacían. Un proceso trunco (nunca se conformaron las macrorregiones) que todos los días nos pasa la cuenta.

Hoy, mientras unos discuten sobre la fecha en que se deberían realizar las nuevas elecciones, y otros lanzan piedras, bloquean las carreteras e incendian propiedad pública y privada, la mayor parte de la población debe enfrentar el día a día. Y, en ese día a día, está la necesidad de alimentación de la familia pues las revueltas hacen más difícil conseguir esos 2 soles o 2.50 que cuesta cada menú (cuyas fuentes de proteína animal son el espinazo de pollo y el bofe) en una olla común.

Los problemas de la población que hoy nadie atiende requieren que se restablezca el orden. La fecha en la cual se decidan realizar las próximas elecciones es una discusión que en poco va a contribuir a ello pues las demandas siempre irán en escalada. Por un lado, está comprobado que, por el bienestar general, el capítulo económico de la Constitución merece defenderse. Y, finalmente, sabemos que la agenda de quienes promueven las protestas violentas es otra que poco tiene que ver con los justos reclamos sociales de la población.

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