Foto: MIDJOURNEY/PERU21.
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El desempeño económico se mide por un conjunto de indicadores; el más utilizado, pero no el único, es el Producto Bruto Interno (PBI), que mide el valor de todos los bienes y servicios producidos dentro de la economía en un período de tiempo. En 2023, el PBI cayó 0.55%, con lo que totaliza cuatro trimestres seguidos de caída. Eso se denomina recesión y tiene dos impactos negativos: por un lado, no se crea empleo y, por otro, reduce la recaudación tributaria.

La razón inmediata de la recesión es la caída de la inversión privada, que representa el 80% del total de la inversión en el Perú, durante seis trimestres seguidos. El consumo privado creció solo 0.1% en 2023, luego de crecer 5.1% como promedio anual en el período 2010-19. Si cae la inversión y se precariza el empleo, el consumo no puede aumentar.

Por lo tanto, lo primero que nos dicen los datos es que la economía peruana experimenta un problema de crecimiento originado en una caída de la inversión privada. La inversión pública, siendo importante, no mueve la aguja del crecimiento debido a que solo representa 20% del total de la inversión.

Un segundo indicador es la inflación. El último dato que tenemos es el período comprendido entre febrero de 2023 y enero de 2024, que es de 3%, es decir, ya se encuentra dentro del rango meta del BCR. Sin ninguna duda, una buena noticia.

Tercero, y como consecuencia de lo anterior, el BCR viene bajando su tasa de interés, que ahora se encuentra en 6.25%, por debajo de aquella registrada en Colombia (12.75%), Brasil y México (11.25%) y Chile (7.25%). Otra buena noticia. Ahora, la tasa de interés de la FED (Estados Unidos) es 5.25% y de acuerdo con su presidente, no habría intenciones de reducirla hasta julio. Esto puede poner un freno a las disminuciones de la tasa en Perú. La razón es que cuando la tasa de la FED es mayor que la tasa del BCR, salen dólares del Perú hacia los Estados Unidos y eso eleva el tipo de cambio dentro del país. Bastó hace unas semanas que la FED anunciara que no la bajaría (el mercado esperaba que la bajara) y eso originó que salieran dólares y experimentáramos el hipo del tipo de cambio.

Cuarto, 2023 cerró con un déficit fiscal (exceso de gastos sobre ingresos del gobierno) de 2.8% del PBI por encima de la meta fiscal establecida. Esto ocurrió por la caída de ingresos tributarios debido a la recesión; no es una buena señal. Quinto, la deuda pública cerró en 32.9% del PBI, que la ubica entre las menores de América Latina. Otra buena noticia. Por último, las exportaciones cerraron 2023 en US$67,241 millones de dólares, cifra que permitió una balanza en cuenta corriente positiva.

¿Dónde nos dejan estos datos? Cada uno puede interpretar la data como crea conveniente. Desde mi punto de vista, la economía peruana enfrenta un problema de crecimiento económico, debido a la caída de la inversión privada. Esta última se explica por falta de señales claras por parte del gobierno que han generado expectativas negativas. Si revisamos la historia económica del Perú, el principal determinante de la inversión son las expectativas, definidas como las creencias respecto de la evolución futura de la economía. No tengo ninguna duda de que para volver a crecer se requiere antes volver a creer.

La tarea del gobierno en este 2024 es recuperar la credibilidad. No es fácil. Se requieren señales más contundentes relacionadas con el entorno dentro del cual operan los inversionistas. No busquemos grandes reformas, pues, con el nivel de aprobación de las autoridades, no tendrían viabilidad política. Sin embargo, sí se puede avanzar en simplificar trámites y combatir la inseguridad, entre otras acciones, que les harían la vida más fácil a las empresas, en especial a las MYPES, que explican la mayoría del empleo en el Perú. Es tiempo de tomar decisiones.