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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Marco Sifuentes, Perú 2.1"No la voy a cagar" me dijo Susana Villarán en una entrevista de setiembre de 2010. Cuatro días después, la cagó.La escatológica frase venía a colación de un comentario en Twitter de una chica que confesaba que iba a votar por Villarán a pesar (o quizás a causa) del impresionante cargamontón que sufrió la entonces candidata.

El caso es que la chica había tuiteado: "Susana, voy a votar por ti pero, por favor, no la cagues!!". Le leí el tuit a la candidata y ella respondió lo que leyeron. Después de eso, Susana se fue al debate.

Allí Lourdes Flores la acribilló con una cantidad de mentiras alucinante (Hospitales, terroristas, marihuana, etc.) y la respuesta de Villarán fue —muy elegante— ignorarla y seguir planteando sus propuestas. No respondió (y, por tanto, no aclaró) ningún ataque. ¿La sensación? Lourdes ganó el debate. Susana la cagó. De hecho, el debate casi la hace perder las elecciones (su notable ventaja se redujo al mínimo).

¿A qué viene este cuento? A que, a nivel de estilos, el peruano siempre va a preferir una silvestre huevera arrebozada a un elegantísimo caviar.

"Caviar" es una de esas cosas que no se puede definir sin liberar nuestros prejuicios. En un sentido perversamente despectivo, se le llama así a los que defienden los derechos humanos para todos y, especialmente después de las experiencias alanista y fujimorista, consideran a la corrupción como uno de los grandes problemas del país (inclúyanme aquí).

Pero "caviar" indica, más acotadamente, ausencia de calle, desconexión con el sentimiento popular, creer que la realidad es como uno la observa desde la burbuja de una ONG o del Fundo Pando. Es, por ejemplo, alucinar que se puede derrotar a la guerra sucia ignorándola. (Total, la gente "ya se dará cuenta".)

Es afirmar, como hizo Susana ayer a Somos, que "la revocatoria responde a intereses, por lo tanto no merece que la tomemos en serio".

¿En verdad esa va a ser tu actitud, Susana? Why, Susy, why?

Mira, estamos de acuerdo en lo de los intereses. Una búsqueda en Google demuestra que la primera mención a la revocatoria ocurrió el 20 de enero. Sí, hace más de un año, ¡¡cuando la gestión de Villarán no cumplía un mes!! ¿Quién la planteó? Walter Menchola, el segundo de Castañeda, entonces desesperado candidato en caida libre electoral. Dos meses después, la volvió a plantear una ex regidora de Castañeda, Norma Yarrow.

Cuando las elecciones ya estaban consumadas, a fines de junio, el propio Castañeda intentó presionar para adelantar el proceso de revocatoria. Casi de inmediato, un ciudadano quiso comprar kits, en un caso que mereció amplia cobertura en prensa, incluyendo una opinión (a favor, claro) del abogado de Cipriani, Natale Amprimo.

En julio, IDICE, la misma encuestadora que puso a Castañeda a la cabeza de todos sus sondeos hasta el amargo final, ya sacaba encuestas preguntándole a la gente sobre la revocatoria.

¿Se necesitaban más avisos? La revocatoria venía cantada. Y precisamente por eso, porque venía con demasiada plata, merecía ser enfrentada desde el inicio. Y, sin embargo, el 2012 encontro a la gestión municipal con los pantalones abajo, sin haber terminado de encontrar un rumbo definido y colocándose en la espalda uno de esos cartelitos de "patéame" en temas como La Herradura.

Durante la campaña, el lema de Susana fue "la esperanza vencerá al miedo". Como ha dicho el politólogo Carlos León Moya, ahora Susana tiene que darse cuenta que "la realidad venció a la esperanza". La idea de una "Lima para todos" es muy bonita, pero no tanto si esos "todos" no sienten que la alcaldesa esté trabajando. No se puede hacer pedagogía política si no tienes capital político. No se empieza a construir una casa por el techo. No se empieza a arreglar una playa con la arena. Susana ha tenido todo un año para entender esto y, parece que aún no se da cuenta. Bueno, pues, ahora tiene hasta setiembre.

Y, si no, será su responsabilidad si Lima cae de nuevo en las garras de los corruptos.