notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Esther Vargas,Sexo.21@esthervargasc en Twitter

Los secretos tienen corta vida en la oficina. Si alguien tiene sexo con su compañero de trabajo en el estacionamiento, el baño, el almacén o la esquina más oscura, lo más seguro es que el chisme explote. Siempre habrá una secretaria con tiempo de sobra para mirar lo que hacen los demás. Siempre habrá un amigo dispuesto a escuchar la osadía, amigo que luego lo comentará a otro, y otro que se lo dirá a otro.

Cuando a Christian lo encontraron con los pantalones abajo en la resaca del trance después del sexo apurado, la jefa quedó sin palabras. Bajó y subió la mirada y, en apenas breves segundos, su desprecio mudo golpeó a la parejita. A Christian y a Eliana los despidieron. La jefa dijo que no comentaría el incidente, simplemente tenían que irse. Hasta que, un día, la jefa lo comentó a alguien y el chisme comenzó a expandirse en la empresa, donde trabajaba el cuñado de Christian. Boom. Un matrimonio se fue al tacho.

Otra fue la suerte que tuvimos P y yo. Nuestra mejor estrategia de protección fue no decir ni una sola palabra de nuestro revolcón vertical (porque el sexo en la chamba casi siempre es de pie… Sospecho que eso de tenderse en el piso o en el escritorio no es tan hot como arrinconarse contra una pared y dejarse llevar). Pero regreso al secreto. Sí, fue secreto. Ni siquiera lo susurramos a la almohada. Nuestros sueños –si los hubo– fueron silenciosos.

Pasó tantas veces –en el mismo rincón– como para darnos cuenta de que estábamos jugando con fuego y que debíamos parar. Pero no por nuestro jefe. Lo que protegíamos era el corazón. Porque el sexo frecuente y bueno acaba por golpear el corazón, y resulta que nuestros corazones tenían dueñ@.

Ocurrió cuando teníamos veinte años. Si nos pescaban, lo mejor que podía pasar era que nos despidieran. Hoy, a los treinta y +, ni siquiera pensaríamos en caer en esas tentaciones. El trabajo se respeta. Pero, ¿la pasamos bien? Pues, sí. Y más que buen sexo, ahora con la experiencia, debería decir que el sexo fue más bueno porque estábamos en el lugar prohibido, a segundos de que alguien abriera la puerta y explotara la bomba. La carga de emoción de la clandestinidad te lubrica "en one", como decía mi cómplice.

Dicen que una de cada 10 personas ha tenido sexo en su lugar de trabajo. La encuesta –como de costumbre– es de Estados Unidos. La hizo Glassdoor. La ficha técnica da cuenta de 1,000 personas. No se precisa cuántas quisieron hacerlo y no se atrevieron, pero se indica que muchos confesaron que lo habían pensado. Fantasear con el asunto no es mala idea. Vamos, podemos vivir buen tiempo de solo alucinar que el día llegará… Pero, si ocurre, prepárate. Te pueden despedir, odiar por siempre o cerrar varias puertas de trabajo.

DATOS

- El sexo en la oficina suele ser una explosión de deseo que no se puede contener, pero el deseo no es repentino. Por ello, si te fijaste en alguien de la oficina y hay química, y sueñas con hacerlo allí, analiza los movimientos del personal y detecta zonas libres de gente (siempre las hay).

- Prepárate para todo: los riesgos de ser descubiertos son altos.