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Redacción PERÚ21

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Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com

Por otro lado, las resoluciones judiciales que requieren de un fuerte grado de interpretación ante el nivel de subjetividad de quienes las han formulado están aumentando.

Así, hemos tenido recientemente la absolución de Montesinos y Hermoza en el caso Chavín de Huántar, en cuyo fallo se ha dejado abierta la puerta para acusar a los comandos, que eran los subordinados. Asimismo, está la sentencia a Eva Bracamonte, que la condena a 30 años de prisión solo por indicios de su intervención en el asesinato de su madre, pero deja totalmente libre a quien era su pareja, también acusada de haber participado.

Ahora, después de dieciocho meses, y cuando todo indicaba que el caso de Ciro Castillo sería archivado, sorpresivamente se abre investigación preparatoria a Rosario Ponce, que es el primer paso para acusarla formalmente de haberlo matado. Un vuelco total basado solo en indicios en un proceso que –al igual que los otros dos mencionados– es increíblemente mediático.

En todo caso, resoluciones impredecibles como esas crean una sensación de desorden jurídico que dejan en una posición aún más vulnerable a quienes son procesados. En lugar de la predictibilidad, que es fundamental en un sistema judicial, tenemos una creciente discrecionalidad en los fallos que se vienen dictando. Los cuales, dicho sea de paso, parecen orientados a tratar de darles algo a todos los involucrados para que no sean cuestionados, antes que buscar impartir justicia de un modo objetivo y adecuado.

Al final, el ciudadano que cae en manos de un fiscal o magistrado no tiene la menor idea de cómo o cuando saldrá liberado.