notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Carlos Carlín,Habla.BabasAquel día en el ascensor recé para que nadie subiera. Regresaba de la radio donde me habían obligado a comer cuy. Yo había advertido que jamás había probado la carne de ese roedor y que por ninguna razón la comería si este venía como cadáver. Entonces, al chef invitado no se le ocurrió mejor idea que hacerme unos 'Rolls de Cuy' que me cayeron como una patada en el esófago. El camino a casa fue un infierno. Apenas llegué al edificio, corrí al ascensor y el maldito cuy empezó a penar en mi barriga. Pensé: '¡No, por favor, cuy, no te manifiestes ahora!', mientras presionaba el botón 5. Se cerró la puerta y en el ascensor solo estábamos el espíritu del cuy encerrado en mis entrañas y yo. Primer y segundo piso, todo bien. Tercer piso y siento un cabezazo de cuy en el bazo. ¡Maldición, en el ascensor no! Cuarto piso y tacle furioso de cuy al hígado. ¡Uy! Algo terrible estaba por suceder. –"Aguanta cuy, espera unos segundos y serás libre. Para volar o matarme, pero libre. Solo espera por favor"–. Se encendió el número 5. ¡Bien! Llegamos cuy, ¡eres libre! Entonces, se abrió el ascensor y parada esperaba una viejecita con un tapercito de mermelada en las manos lista para subir. Yo salí del ascensor a tiempo, pero el espíritu del cuy no, se quedó para matar de cuy a la viejita.

TAGS RELACIONADOS