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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Mauricio Mulder,Pido la palabraPocos han reparado que uno de los principales aportes del Perú a la humanidad es el "rompemuelles". De todos los países que conozco he podido constatar que si bien es cierto no ignoran su existencia, su uso se limita a accesos restringidos a zonas de seguridad, edificios públicos o zonas de estacionamiento. Nunca he visto, sea el país desarrollado o del cuarto mundo, su uso masivo y generalizado como ocurre en nuestro país, ni mucho menos que sea el reclamo de los pobladores cada vez que hay un accidente.

Esta no es una nota sobre lo que los periodistas llaman "Locales". Tiene que ver con nuestra idiosincracia nacional y nuestra incapacidad de cumplir normas, y me vino a la mente tras el lamentable accidente que sufriera un grupo de compatriotas en Canadá, como consecuencia, según ha referido la policía de ese país, de haberse omitido una señal de STOP colocada a la vera de un camino.

Seamos claros. ¿Alguien en el Perú ha cumplido alguna vez con parar cuando está pintada en el suelo la señal PARE? Nunca. Todos decimos que en el Perú las normas las cumplen los "giles" y que el que puede omitirlas, las omite. El "vivo" tiene admiración social, el "gil", su burla. No. Aquí en el Perú, para que alguien cumpla una norma hay que OBLIGARLO, y por eso es que todo el mundo reclama la consabida frase de "mayor presencia del Estado". O sea, el rompemuelles. Entendido como autoridad, la presencia del estado suple la incapacidad de los ciudadanos del Perú de ponerse de acuerdo entre sí para un mejor convivir. Un rompemuelles en cada calle del país es la manera clara de decir: "Como no cumples con la norma, te tengo que obligar a que pares a la fuerza". Y para que no atropellen peatones que cruzan autopistas, el rompemuelles. De a tres por cuadra. Hubo, incluso, un alcalde que se vanagloriaba de haber puesto ¡más de 300! en su distrito.

Una de las preguntas que el Latinobarómetro del 2011 formuló a los ciudadanos de todo el continente fue sobre su nivel de aceptación a cumplir las normas. El Perú fue EL ÚLTIMO. Último absoluto, colero total. Solo el 12% de los peruanos cree que las normas se deben cumplir. Las leyes aquí solo se cumplen por mecanismos compulsivos. Como decía González Prada, solo avanzamos cuando un jinete nos pone brida, arreo y freno y nos mete espolonazos.

Miren lo que declara la jefa de la Sunat: "Si el contribuyente se sabe completamente vigilado, caminará derecho, a ese punto tenemos que llegar". Agrega: "La Sunat va a saber de ti más que tu mujer". Asu. Típica peruanada. Como los peruanos somos culpables potenciales siempre y no cumplimos las normas, ahí viene el Estado-policía para hacerla cumplir. Varita en mano, para que aprendan. Te estamos mirando compadrito, pasa, pasa nomás.

En una democracia avanzada, los ciudadanos lo que más bien reclaman es que el Estado se meta menos en sus vidas. A menos Estado, más ciudadanía. Ellos tienen claro el concepto de sus obligaciones normativas y su vivencia en sociedad, por eso es que cada ciudadano es garante de vigilar al prójimo y requerirlo en el cumplimiento de una norma. Por eso es que Canadá puede decir, a guisa de la lamentable noticia antedicha, que hacía 10 años que no tenía una víctima fatal en sus carreteras. Y claro, se trata de democracias con ciudadanos, no con súbditos.