Me contaron que está viendo muchas noticias…

La cosa que me conmueve es ¿cómo puede haber guerra? Matar a una persona es una bestialidad. Todavía hay guerras en todo el mundo. En un siglo de tanta perfección y a pesar de que el ser humano se ha cultivado tanto… es una cosa increíble.

Una parece una guerra de recursos. Pero la otra es, en cierta medida, una guerra religiosa.

Lo de Gaza es un odio antiguo y ancestral. Van 15 mil muertos.

En esa zona nació Cristo. Tres religiones conviven ahí.

Es el antiguo Oriente. Pero así vivimos, pues. Es el egoísmo, porque todo el mundo quiere dominar al otro. Hay una descomposición humana terrible ahí. ¿Y qué hacemos? Creo que hay que hacer toda una campaña mundial, larga, para convencernos de que el mundo hay que hacerlo diferente. El mundo está hecho para progresar.

Pero cada quien entiende el progreso a su manera.

Pero progreso hay. Podemos progresar; podemos hacernos amigos y entendernos.

Siempre ha habido guerras. Ahora hay menos.

Claro, pero eso no significa que uno tenga que dejar de hacer algo, ¿no? Siempre ha sido una bestialidad. Ahora, peor no estamos. Hemos tenido antes dos guerras mundiales. Una salvajada. Los países civilizados y cultos son también unos asesinos espantosos.

Usted fue testigo de la guerra contra el terrorismo, como excomisionado de la CVR. ¿Cómo reflexiona al respecto, 20 años después?

Aquí tuvimos una cosa feroz pero no clara. Tuvimos un terrorismo que por mucho tiempo estuvo oculto. La gente no percibía. La pasamos canutas. Realmente no podía dormir. Estas cosas de andar entre muertos me hizo mucha mella. Fue realmente espantoso. Creo que lo que hicimos lo hicimos bien.

¿Cuál era la reconciliación y entre quiénes?

Había varias reconciliaciones. Yo creo que entre la gente normal y Sendero había que hacer una reconciliación. Había que pedirle a Sendero que cambiara.

Un poco complicado. ¿Hubo senderistas arrepentidos?

Era difícil. Hubo pocos. Pero había por ahí que trabajar. Después hubo un trabajo por mirar qué significaba todo esto como país. Y eso sí fue más duro. ¿Qué significaba esto como desgaste humano? Como sacerdote, me vi impulsado a hablar con la gente.

¿Estuvo pendiente la reconciliación con las Fuerzas Armadas y policiales?

No tanto. Los militares más difíciles eran los de alto grado. No se metían en el tema, eran pura boca. Pero con los de más bajo grado sí hablábamos y había disposición. Todos tenían familia, les habían matado a alguien.

Nos hemos polarizado. La pandemia, la crisis…

Hay cosas que son como mentira. Castillo fue una mentira. No hizo nada. No tenía plan. Si yo entro a algo, entro con un plan.

Lo poco que prometió no era auspicioso. Tenía un pésimo plan. Y el golpe fue brutal.

Sí. No lo veía, no había anuncios de nada. Se creía el hombre dotado para ser presidente del Perú. Fue una farsa. No hizo nada.

Hay gente que aún lo quiere.

No nos sirvió de nada. Y lo triste es que, en medio de tanta cosa, el pueblo peruano sigue mal. Acá hay gente que no come tres comidas. Hay hambre. Hemos retrocedido. Es una vergüenza.

¿Qué le parece el gobierno de Dina Boluarte?

No tiene nada que hacer. Es valiente, eso sí. Ha entrado a hacer cosas, pero no tiene un plan. ¿Cuánto va a durar esto? ¿Qué viene después?

La falta de plan es una constante en la política peruana. Pero también hay que preocuparnos de quién tiene un plan. Usted entrevistó una decena de veces a Abimael Guzmán.

Para mí fue una desilusión. Pensé que hablaría con un hombre de gran pensamiento, un filósofo. Nada. No hemos tenido acá filósofos. Los tres salimos desilusionados de esa primera entrevista. Éramos Rolando Ames y Carlos Iván Degregori. Era un hombre autodidacta que decía cosas, pero no probaba nada. Un fracaso. Nosotros sabíamos más de Mao que él. Todo se deshizo. Le preguntamos sobre el Perú y él decía que había que exterminar a mucha gente. Pero ese no es un plan, pues.

Vivimos tiempos de desilusión. Ya no hay grandes ideas.

Hay que llevarlo con calma. Que vayan saliendo jóvenes nuevos… Hay gente que tiene proyectos personales, pero no son proyectos para cambiar este país.

¿Y Antauro Humala?

Nada. No hay nadie. Pero tiene que haber. Hay gente inteligente en este país. Hay muchos peruanos que queremos hacer algo por nuestro país, pero estamos un poco desubicados entre nosotros. Este país necesita construirse, armarse. Hay que insistir mucho en la educación. Nuestros jóvenes están mal educados. Nuestra educación nacional es pésima.

¿Cómo ve la región?

Me dio una ilusión Argentina, que ahora es un desastre. Tienen gente bien formada. Chile siempre es un país interesante. Tienen buena formación. Colombia tiene gente muy interesante. Pero la rebeldía se los comió. No hay que ser rebelde por ser rebelde.

Cristo era un rebelde.

Claro, Jesús fue un rebelde. Uno se rebela porque la solución está ahí, pero no se hace. Pero Jesús no se rebeló por rebelarse. Jesús nos dio una propuesta: amarnos los unos a los otros. Y eso es muy terrible y muy urgente.

¿El peruano sabe amar? González Prada decía que el peruano no ama ni odia bien.

Los peruanos somos como maleados. No tenemos planes para hacer. No queremos construir nada. Acá se odia por gusto. Tengo mis reservas con González Prada. Era un viejo fregado.

¿Qué sabe de Juan Luis Cipriani? ¿Cómo ve el trabajo del arzobispo Carlos Castillo?

Sé que está en Roma, en una casa del Opus Dei. Me prohibió una época celebrar la misa. Solo la podía hacer aquí en Recoleta. Me dio de alma. Con Carlos Castillo nos conocimos en la PUCP. Es un hombre muy claro, muy sencillo, muy buena persona.

¿Cómo tener fe en 2024? ¿Cómo renovar las esperanzas?

Los cristianos tenemos que tomar en serio el hecho de que Dios, para poder hablarnos, se hizo hombre. Nos habló de igual a igual, para que lo entendamos. Pero que hayamos podido entenderlo no quiere decir que hayamos querido entenderlo. Hemos pasado una época dura y difícil. Y ahora se nos plantea una época nueva. Ojalá hagamos algo diferente, que sirva. La mejor forma de ser cristiano es construyendo algo. Hay que conversar mucho entre nosotros.