Según la , el 20% de los 700 millones de viajes que se producen en el mundo tiene una motivación sexual y, de esta cifra, el 3% busca explícitamente sexo con menores de edad.Es decir: de cada 100 personas que pasan por el control migratorio de un aeropuerto, 20 estarían viajando con fines de recreación sexual y 3 con fines de acceder a prostitución sexual infantil.

En los últimos 10 años, el fortalecimiento de la economía del Perú y el aumento de turistas ha provocado que la trata aumente. Pero también existen otros factores puntuales, como son los vacíos de control en las carreteras, vacíos de control de trabajo infantil, vacíos de control en la falsificación de documentos y vacíos de control en la fiscalización de locales, bares, hoteles. Todo esto es un incentivo para la llegada de interesados en el turismo con fines de explotación sexual, especialmente de niños, niñas y adolescentes.

Según el último informe de la Dirección Nacional de Turismo, Lima encabeza la lista negra de las ciudades peruanas en las que se cometen mayores delitos de este tipo. Sin embargo, el paraíso sexual por excelencia es Iquitos. Los otros destinos donde se producen abundantes casos son Pucallpa, Tarapoto, Puerto Maldonado, Cusco, Arequipa y La Libertad, algunos de los puntos más visitados por los turistas en el país. Los espacios por excelencia donde se produce o fomenta el turismo sexual infantil son agencias de viaje, hoteles, taxis, nightclubs, plazas.

IQUITOS, EL CRIMEN PERFECTO

Como parte de la investigación llevada a cabo para la exposición #ExplotaciónHumana, actualmente en el Centro Cultural de la Universidad del Pacífico, en Lima, tuvimos la oportunidad de viajar a Iquitos en junio de 2018 y ver con nuestros propios ojos cómo funciona el paraíso peruano para el turismo sexual infantil.

En el despacho de la Fiscalía Provincial Especializada en Delitos de Trata de Personas de Iquitos, la valiente fiscal Sandra Paola Hittscher declara que Maynas, Nauta y Requena son los puntos rojos de captación de víctimas para trasladarlas a Iquitos, donde ocurre en gran parte la explotación sexual.

“Las víctimas en su mayoría son menores de edad, con situación de vulnerabilidad, que son captadas para ser explotadas sexualmente y trasladadas a varias zonas, incluso hasta Tacna, para ser explotadas en nightclubs.”

La fiscalía de trata de Personas en Loreto empezó a funcionar desde setiembre del 2015, en simultáneo con otras fiscalías especializadas en el Perú, especialmente en las zonas de alta incidencia del delito, como son Lima, Callao, Madre de Dios, Tumbes, Puno, etc. En estas ciudades existen los niveles mayores de captación, traslado y acogida de víctimas para la explotación.

Según la fiscal Hittscher, la víctima tiene carencias afectivas y el tratante aprovecha esa vulnerabilidad. La mayoría se encuentra en abandono moral y material por parte de los padres. Algunos son padres alcohólicos en contextos de violencia familiar. Otras tienen 16 años y deben cuidar a hermanos menores, tienen obligaciones que no son de su edad y eso las empuja a salir de sus casas. Muchas son madres solteras que tienen que alimentar a sus niños. Viven en casas donde los servicios básicos son nulos, sin agua, sin desagüe, sin energía eléctrica. No pueden asistir a un colegio porque en el pueblo donde viven solo hay primaria o porque para llegar a una comunidad con secundaria tienen que ir surcando el río en una canoa, dos o tres horas.

“Entonces alguien aparece y las llena de ilusión. Les dice que van a estar mejor, que van a poder estudiar o que van a poder tener una mejor calidad de vida. Ellas hasta por un plato de comida pueden salir de su lugar de origen. El tratante no cobra menos de 100, 200 o hasta 500 soles al usuario por una menor de edad. El precio va subiendo si la menor tiene 11, 12, 13 años y va disminuyendo si tiene 16 o 17. También influye si la menor es virgen o no. La víctima muchas veces gana solo 20 o 30 soles por relación sexual pues el tratante se lleva más del 70% de lo que cobra. Hemos tenido víctimas que ni tenían qué comer y han tenido relaciones sexuales porque hambre”, concluye Hittscher, desesperanzada. Aun así, su esfuerzo es muy grande.

Para la fiscal Paola Hittscher, el trabajo articulado con las autoridades regionales en el eje de prevención es clave. Los esfuerzos apuntan hacia las víctimas potenciales, pero también a las personas que pueden colaborar en la captación, traslado, acogida y retención de las víctimas. Por ejemplo, el taxista del aeropuerto que puede marcar el contacto inicial entre el usuario y el tratante. En ese caso, lo que se hace es sensibilizar a los taxistas con el tema, o a los notarios que autorizan los viajes de las menores de edad. Se les ha capacitado o sensibilizado para que, cuando adviertan que podría ser un caso de trata, se comuniquen con la fiscalía o la policía. También se ha capacitado a los serenazgos, mototaxistas, hoteles, agencias de viajes, lodges, o instituciones que podrían identificar a una víctima, como Migraciones.

EL ESTADO AUSENTE

Pero nada de esto será sostenible si el Plan Nacional de Lucha contra la Trata PNAT 2017-2021 no es tomado en serio. Un primer síntoma lamentable de su poca seriedad es que el presupuesto asignado al 2018 fue la mitad que para el 2017, de modo que el plan empieza muy mal. Todos los ministerios y gobiernos regionales forman parte del PNAT, aprobado el 8 de junio de 2017 con el DS Nº 017-2017-IN. Sin embargo, según el último informe de Capital Humano y Social Alternativo, CHS, solo tres ministerios (interior, mujer y trabajo) asignan un presupuesto específico en acciones contra la trata de personas, tres de los diez ministerios que existen.

Presupuesto específico para combatir la trata en el Perú:

2015: 14´ 163, 523 soles (0.0108% del Presupuesto General de la República)
2016: 6´ 485, 049 soles (0.0046% del Presupuesto General de la República)
2017: 11’000, 035 soles (0.0077% del Presupuesto General de la República)
2018: 5’ 658, 954 soles (0.0036% del Presupuesto General de la República) Menos del 50% del año anterior.

A nivel regional: en 2017 CHS pidió información sobre presupuestos destinados a la lucha contra la trata a todos los gobiernos regionales. Respondieron 20 de 25. De esos 20, solo 7 asignaron un presupuesto a acciones específicas contra la trata de personas: Cajamarca, Loreto, Huancavelica, Madre de Dios, Tumbes, Amazonas e Ica. Del 100% del presupuesto asignado, solo se ejecutó el 14% en total. Y la misma mezquindad se encuentra en las medidas de prevención: de los 31 millones de personas que habitan el país, solo 514,243 han recibido información acerca de la trata de personas y solo 1 de cada 455 estudiantes, el 0.25% de los alumnos a nivel nacional. En el Perú existen alrededor de 55,000 docentes, de estos, solo 35 mil han sido capacitados en temas de prevención de trata de personas. Los efectivos policiales que combaten la trata no llegan a los 400 hombres. Solo existen ocho comisarías de la mujer en el país y todas están en Lima. Solo dos de cada 100 tratantes reciben sentencia.

“Muchas veces la fiscalía no tiene recursos para hacer las investigaciones. En ese caso, su aliada es la policía. Pero lo cierto es que no hay un presupuesto para la región en el delito de trata de personas. Al Ministerio Público no le dan un presupuesto específico. Necesitamos movilidad, necesitamos carros. Para ir hacia las zonas de triple frontera, se necesita una embarcación y llevar cosas básicas para las víctimas. Los fiscales, en estos operativos, no van solos, sino con una unidad de protección de víctimas y testigos, y policías. Muchas veces no hay presupuesto para el operativo cuando se solicita. El resultado: se terminan postergando y la delincuencia avanza”, concluye la fiscal Hittscher.

Pepe, el mototaxista que nos lleva de vuelta al hotel, nos ofrece un tour nocturno. Antes de la media noche nos recoge, a esas horas, las calles del centro y la periferia de Iquitos se llenan de gente que sale a tomar y a bailar en lugares abiertos donde tocan las orquestas. Los comentarios de nuestro guía dan cuenta de la normalización de un delito que no tiene límites en contextos de absoluta ilegalidad.

“La persona que quiere y tiene ese contacto con el traficante, lo llama y se contacta con él. Hace el pedido como si se tratara de un menú. Ellos tienen una lista de qué color, qué tamaño, qué edad. Mi carrera normal es de cuatro soles, pero si debo hacer entrega de un paquete, que sé que es peligroso, cobro 15 o 20 soles. Una chica de 13 años le cuesta más al cliente, entre 300 y 500 soles. Las menores de edad del centro de la ciudad llegan a costar 800 o 1,000 soles, dependiendo del tipo de cliente. Si es extranjero paga más porque paga con dólares. Las chicas del centro de la ciudad son las pitucas. Una pituca cuesta más. Las del asentamiento humano son de padres pobres y utilizan esa platita para que paren sus ollas. Ellas cuestan entre 150 y 200 soles. Las chicas de clase media son estudiantes de colegios. Con sus ingresos compran ropa, celulares. Las de nivel bajo se dedican a esto para la comida de sus hermanos. Muchos tratantes alquilan cuartos fuera de la ciudad y allí llevan a sus clientes y a las niñas. Esa es la nueva modalidad por el riesgo de irse presos por la edad de las jóvenes. Los que vienen del extranjero y están en buen hotel en el centro, llegan a las dos o a las tres de la mañana (con una menor) y el recepcionista los deja pasar, porque el señor está pagando con sus buenos dólares. Es un tema que se ha enquistado en la sociedad, que para nosotros ya es como normal.”

Sepa más

#ExplotaciónHumana es una exposición que busca sensibilizar al público en general sobre el problema de la trata de personas en el Perú, sea esta con fines de explotación sexual o laboral. La muestra ha sido curada por las periodistas Cecilia Larrabure y María Luisa del Río e incluye propuestas de diseñadores, fotos, vídeo, información histórica, jurídica y casos reales.
Dónde: CC de la Universidad del Pacifico
Sánchez Cerro 2121 Jesús María
De lunes a sábados de 9:00 am a 9:00 pm
Ingreso libre