Volver a los 17. (Getty)
Volver a los 17. (Getty)

En medio de decepciones, dolores y furias por la corrupción en nuestro Perú, el alma te pide un bálsamo para no perder la perspectiva de los sueños y las esperanzas. Y un día llegó el momento mágico para devolvernos la fe y fue como volver a los 17. Después de 35 años los recuerdos me asaltaron, fue como leer a Bryce Echenique y la vida exagerada de Martín Romaña, y por un momento pasaron millones de escenas por mi cabeza.

Encontrar en París a mi amiga y compañera de estudios del Teatro de la Universidad Católica TUC, Patricia Matuk, fue como un golpe de tiempo y una ducha fresca. Ahora nos pintamos las canas, pero seguimos despeinadas como siempre, a una cuadra de distancia ya nos reconocimos como si nos hubiéramos visto ayer.

En medio de la podredumbre, reafirmarte en tu esencia, sentir que tu alma logró sobrevivir a tanta porquería y seguir entusiasmándote por las mismas aspiraciones de libertad, justicia y belleza, es un segundo aire que ya en más de la mitad de camino, pasados los 50 años, es precisamente lo que necesitas para seguir con la misma fuerza e ilusión.

Nuestro país necesita hoy más que nunca una renovación de votos por la integridad, la justicia y la vida, y es momento también de decir que la guerra de ninguna manera me es indiferente, que el dolor de quienes están en una situación de desventaja y vulnerabilidad es mi propio dolor y que queremos cambiar el mundo porque no está bien como está y que el Perú, aunque crezca, si es en desigualdad, no será mejor.

Por eso hoy, invadida por el sentimiento de una segunda juventud, me reafirmo en un Perú más justo, más seguro y democrático.

TAGS RELACIONADOS