notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Carlos Meléndez,Persiana AmericanaSegún los estudios especializados, la última semana de campaña electoral es cuando arrecian las prácticas de clientelismo político. Ya que muchos ciudadanos toman su decisión en los días previos a los comicios, candidatos que no han logrado satisfacer las inquietudes por la vía programática insisten en la distribución de prebendas como única manera de conquistar votos.

Existen algunos factores contextuales que aumentan la oferta clientelar. Regiones con recursos tienden a albergar candidaturas que fomenten estas prácticas. De hecho, los dineros provenientes de mercados negros (narcotráfico, contrabando) encuentran en la arena electoral una manera de 'lavar' dineros ilegales. Aquellas autoridades que van a la reelección también son proclives a utilizar su acceso a recursos públicos para ponerlo a disposición de sus seguidores.

Las jurisdicciones donde la competencia es ardua entre los favoritos –las distancias en las preferencias son cortas– también incentivan el incremento del clientelismo. Unos cuantos votos comprados pueden ser decisivos en escenarios de empate técnico. Este nivel de clientelismo puede alzarse aún más cuando no existen fidelidades asentadas. Écheles un vistazo a los panoramas políticos regionales y verá que la pululación de candidaturas independientes va de la mano con la expansión del clientelismo.

A pesar de los esfuerzos de las autoridades electorales y fiscalizadoras, y de la cooperación internacional, el clientelismo electoral es muy recurrente, sobre todo a nivel subnacional (regional y municipal). Si pasamos de las especulaciones al estudio sistemático de sus causas, tendremos mejores herramientas para disminuir lo más que se pueda la mercantilización política.