El Plan Unidos es, en efecto, una nueva propuesta que busca impulsar la reactivación de nuestra economía.
El Plan Unidos es, en efecto, una nueva propuesta que busca impulsar la reactivación de nuestra economía.

Luego de confirmarse, a través del BCR, que el tercer trimestre del año también registraría una cifra en rojo para la economía, el Gobierno se ha apurado –ante las críticas y reclamos de todos los sectores– en lanzar un nuevo plan para intentar reflotar el PBI.

Medidas ya no para este año, que está perdido, si no orientadas a sacar adelante el 2024. Todo esto, desde luego, a sabiendas de que el programa Con Punche Perú resultó un fiasco estrepitoso.

Ha sido el ministro de Economía y Finanzas, Alex Contreras, teniendo al lado al premier Alberto Otárola, quien se encargó de anunciar el proyecto, enfatizando que tanto la minería como la agroexportación serán las bases de la recuperación del país.

El Plan Unidos es, en efecto, una nueva propuesta que busca impulsar la reactivación de nuestra economía. Aunque Contreras no goce en estos momentos de la mayor credibilidad, esta vez, el foco sí se ha puesto en facilitar y estimular la inversión privada.

Se ha hablado por ejemplo de un shock de destrabe a la minería disponiendo medidas de gestión y normativas para sacar adelante al sector, además de créditos a la micro y pequeña empresa, así como la firma del contrato de Chavimochic, entre otras medidas o desembolsos para recuperar al sector agropecuario y así mitigar los efectos de El tNiño.

El gran problema, nuevamente, es la incertidumbre. Nadie sabe hasta el momento si el plan se ejecutará con criterio y rigor, pues por lo pronto –igual que en los pomposos mensajes de Fiestas Patrias– solo le han dicho al país lo que harán, pero no la manera en que llevarán a cabo sus planes y mucho menos han detallado cómo se plantearán o verificarán las metas a cumplir.

Por otro lado, hay un aspecto fundamental que el Ejecutivo debe tener como piedra de toque para cualquier estrategia de recuperación económica: confianza y estabilidad. Si se trata de promover la inversión privada, lo imprescindible es establecer reglas claras y confiables para que las empresas arriesguen capital con las debidas garantías.

Como dice el lema del CADE Ejecutivos que en estos momentos se desarrolla en Cusco: Creer para crecer. El Gobierno tiene, pues, la palabra. Pero a la palabra, al discurso, le deben seguir acciones y avances concretos.

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