El presidente Martín Vizcarra indicó que aún hay quienes no reman en sentido contrario al cambio. (Foto: Anthony Niño de Guzmán / GEC)
El presidente Martín Vizcarra indicó que aún hay quienes no reman en sentido contrario al cambio. (Foto: Anthony Niño de Guzmán / GEC)

El panorama político sigue en franco deterioro y todo sugiere que se pondrá peor. Esta vez tanto el Ejecutivo como el Legislativo han puesto lo suyo (soy de los que piensan que antes el keikismo congresal con su pataleta contra PPK era el primigenio y principal responsable).

El presidente Martín Vizcarra no ha estado a la altura de su rol como jefe del Estado. Parece psicológicamente atrapado en el gobernador regional que fue. Creyó ingenuamente que los antimineros eran sus “patas” o iguales (“no soy el enemigo”, les dijo). No lo son, él representa a la nación. Se reunió con ellos, metió la pata (evidenció que boicoteaba el proyecto Tía María) y, lo peor, se dejó grabar. Sus dizque amigos filtraron el audio.

Tras haber puesto al Congreso en situación de no tener casi nada que perder –impopulares y sin opción de reelegirse, presionados para recortar su mandato—, les dio el pretexto perfecto para que (i) no aprueben la propuesta de adelanto de elecciones generales y (ii) tanteen la posibilidad de vacarlo (inconstitucionalmente), como vendrían haciendo. La facción ultramontana del fujimorismo asume la vocería y comisiones estratégicas. Ya piden la renuncia presidencial. Una salida acordada, con concesiones mutuas, es casi imposible. Las últimas movidas entre bancadas serían un chiste si no fueran patéticas.

Así las cosas, no parece que vaya a prosperar el adelanto electoral (la opción menos mala a estas alturas, en mi opinión), pero tampoco que Vizcarra vaya a renunciar. ¿Intentará el mandatario otra cuestión de confianza (nuevo gabinete con premier inaceptable para los fujis)? ¿Tratarán de vacarlo sin causal? ¿O con causal, si Vizcarra recurre a una figura constitucionalmente dudosa? Nada bueno bajo el sol.

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