"Partamos con la condena indiscutible a cualquier acto de violencia, venga de donde venga..." (Foto: GEC)
"Partamos con la condena indiscutible a cualquier acto de violencia, venga de donde venga..." (Foto: GEC)

La visita de Dina Boluarte a Ayacucho, que al parecer fue organizada para una puesta en escena teniendo de anfitrión al gobernador Oscorima, buscaba terminar en fiesta y terminó en escándalo después de la agresión a la presidenta, en un mitin supuestamente improvisado y que en realidad aparentaba un baño de popularidad para recuperar su alicaída imagen presidencial.

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Toda la parafernalia organizada para buscar rédito político terminó en jaloneos y recriminaciones contra la presidenta, por las muertes durante la conflictividad social; todo el recorrido de la presidenta fue tenso y con el estribillo de “Dina asesina” a donde la presidenta se desplazaba con su séquito, y su seguridad que fue desbordada.

Partamos con la condena indiscutible a cualquier acto de violencia, venga de donde venga, pero también, siendo empáticos, se deben considerar las atenuantes por la consideración con los deudos de las víctimas de la conflictividad social y la indignación que causa la sensación de impunidad.

Los deudos siguen buscando justicia y hasta la fecha solo hubo dilaciones en las investigaciones y la negación del gobierno al abuso con la violencia ejercida por las fuerzas del orden, que terminó en evidentes casos de violaciones a los DD.HH.

Personalmente creo en la resistencia no violenta, como postulaba Martin Luther King y Mahatma Gandhi, para enrostrarles a los poderosos que abusan del poder delegado en democracia, como se ha percibido ahora en el accionar del gobierno, al extremo de que nunca se asumió el costo político de las muertes de civiles y más bien premiaron al responsable político —Otárola— con el premierato.

Por eso, conmueve ver a Ruth Bárcena, desesperada por la impunidad y su lucha solitaria e incansable por la sed de justicia, frente a la perversidad y la desidia de las autoridades, que parecería hasta una burla ante el dolor indescriptible de haber perdido a sus seres queridos.

Tal vez podría ilustrarnos la película interpretada magistralmente por Melania Urbina, Mariposa negra, que justamente retrata la búsqueda de justicia de una viuda de un juez probo asesinado por Montesinos. Ahí tal vez podríamos entender la magnitud del problema y el jaloneo que tendría también una analogía simbólica, para que despierten a la clase política que nos gobierna con el sacudón, porque parecería que viven en una realidad paralela y negando los problemas estructurales que incluyen la búsqueda de justicia de las víctimas del conflicto social.

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