(Foto: Difusión)
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Una economía pequeña como la nuestra solo puede aprovechar plenamente su potencial económico llegando a los mercados más grandes y de mayor capacidad adquisitiva del mundo. Bajo esta premisa, Perú emprendió, a inicios de los años 90, un radical proceso de apertura económica caracterizado, entre otras cosas, por la reducción del número de partidas arancelarias, el nivel de protección y la reducción en la dispersión de tasas arancelarias.

Concomitantemente, se eliminó el sistema de tipo de cambio múltiple por uno de libre mercado. De esta manera, el objetivo de estas reformas fue no solo la apertura comercial en sí, sino generar condiciones para que Perú aproveche sus ventajas competitivas a partir de una asignación más eficiente de los recursos de su economía. Posteriormente, a comienzos de los años 2000, comenzó la segunda etapa de la integración comercial al mundo mediante la proliferación de los tratados de libre comercio.

Hoy, más del 90% del comercio internacional de Perú se produce al amparo de tratados de libre comercio, bajo 22 tratados comerciales con 54 países que representan el 81% del PBI mundial. Así, esto permite que el productor nacional acceda a un mercado 337 veces más grande que el peruano.

Este proceso de reformas ha tenido un efecto profundo en el volumen de nuestras exportaciones, pero, sobre todo, ha redefinido la composición de nuestra oferta exportadora. En 1995, Perú exportaba 5,456 millones de dólares, mientras que hoy exporta 63,355 millones de dólares. Además, las exportaciones mineras pasaron de US$2,615 MM en 1995 a US$35,243 MM en 2022.

Sin embargo, los cambios más notables se han producido en las exportaciones no tradicionales, que pasaron de US$1,442 millones en 1995 a US$18,242 millones en 2022, teniendo un desempeño más notable entre otros: agroexportación, que pasó de US$275 millones en 1995 a US$8,511 millones en 2022 (segundo producto de exportación nacional, solo detrás de la minería); textil, de US$441 millones a US$1,884 millones; químico, de US$133 millones a US$2,344 millones; y sidero-metalúrgico, de US$146 millones a US$1,601 millones.

La Alianza del Pacífico se creó para agrupar (primigeniamente) a cuatro países con la misma visión de crecimiento e integración comercial; sin embargo, hoy la mayoría de los países miembros de la Alianza están gobernados por personajes que no creen en el libre comercio, que recelan la actividad privada y sospechan de la iniciativa individual.

Además, por si fuera poco, se dedican a cuestionar los fundamentos de la democracia peruana y lanzan diatribas e invectivas en contra del Perú. Con todo ello, valdría la pena evaluar la conveniencia de que Perú suspenda temporalmente su participación en este foro, hoy antidemocrático, antieconómico y antiintegrador.

A veces es mejor solos que mal acompañados.

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