El expresidente y candidato presidencial de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, y el presidente y candidato a la reelección de Brasil, Jair Bolsonaro, asisten a un debate presidencial antes de la segunda vuelta electoral, en Sao Paulo, Brasil.
El expresidente y candidato presidencial de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, y el presidente y candidato a la reelección de Brasil, Jair Bolsonaro, asisten a un debate presidencial antes de la segunda vuelta electoral, en Sao Paulo, Brasil.

Lula da Silva, el expresidente de Brasil cuestionado por el enorme escándalo de corrupción de Lava Jato, ha ganado las últimas elecciones presidenciales de Brasil frente a Jair Bolsonaro. La izquierda ha retomado el poder en América Latina. Esto a pesar de haber tenido diversos gobiernos cuestionados por corrupción y violación de derechos humanos. Pero ¿Y si las derechas del continente también son el problema?

Bolsonaro, el contrincante de Lula, es un ejemplo claro de lo que es la actual derecha latinoamericana: Un hombre que defiende abiertamente la dictadura militar de Brasil de 1964, que ataca e insulta a las minorías sexuales, que defiende la tortura como método válido en contra de los comunistas y que calificó a la pandemia de la Covid-19 como “una histeria”, lo que provocó un largo número de muertes en Brasil. José Antonio Kast, quien disputó la presidencia de Chile contra Gabriel Boric (hijo de un militante del partido Nazi de Alemania), fue un candidato que atacó a las minorías sexuales de su país y ha sido un firme defensor de la dictadura pinochetista. Mauricio Macri, el expresidente argentino que tuvo una pésima gestión económica llena de cuestionamientos por corrupción, perdió las elecciones contra Alberto Fernández, el títere de Cristina Fernández de Kirchner, también embarrada por corrupción. En Perú, Keiko Fujimori, quien disputó la segunda vuelta contra Pedro Castillo, es la reivindicación de la dictadura de su padre, viene siendo investigada por lavado de activos y también tuvo un discurso conservador en campaña. Mientras que Rafael López Aliaga, el electo alcalde de Lima, es un hombre que también ha atacado a las minorías sexuales, pertenece a la organización del Opus Dei y se alegra de ser catalogado como el “Bolsonaro peruano”.

Con un centro político licuado en toda América Latina (desaparecidos el socialcristianismo, la socialdemocracia y el liberalismo) y con los candidatos de una derecha radicalizada y conservadora, no debería de sorprendernos estos resultados electorales. La izquierda latinoamericana se ha caracterizado por reivindicar dictaduras y desastres sociales como Cuba, Venezuela y Nicaragua, por un pésimo manejo económico, por escándalos de corrupción, por no respetar los DDHH, por no creer en la democracia, por no respetar la libertad de prensa (ya vemos a Pedro Castillo), entre otros. Pero la derecha actual no se diferencia mucho de ellos ¿Realmente tipos como Bolsonaro, Fujimori, Aliaga son el futuro de la democracia latinoamericana?

Ninguna nación se construye sin diálogos. Mientras no seamos capaces de tener una opción moderada, de promover la participación política, de difundir los principios de la libertad democrática, de crear consensos, pactos y alianzas largas en el centro político, América Latina estará lamentablemente destinada una y otra vez a caer en manos de las mismas mafias, espíritus dictatoriales y corruptelas.