Todas las ciudades tienen una calle en donde se concentra la vida. En Chiclayo esa calle es la avenida Balta. Allí se encuentran las sedes de los bancos, los cambistas, algunos cafés y restaurantes. También se encontraban sus grandes árboles. De hecho, los árboles siempre estuvieron allí: En los desfiles escolares, en los aniversarios de la ciudad, en las fiestas patrias, en las manifestaciones en contra de la corrupción, en las huelgas, en la celebración del único campeonato nacional del Juan Aurich. Los árboles siempre estuvieron allí y, mientras sus sombras protegían del sol a los transeúntes, sus copas albergaban a cientos de aves que migraban de norte a sur según la estación. De hecho, las bandadas eran parte del atractivo del centro de la ciudad.

Chiclayo no es particularmente una ciudad que promueva el cuidado de los árboles. Al revés, en los últimos años han sido sus políticos y sus autoridades los que han permitido que se talen inescrupulosamente cientos de árboles adultos. Esto ha reducido considerablemente el volumen verde de la ciudad. Piura, por ejemplo, es una ciudad más desértica que Chiclayo, pero tiene mucho más volumen verde; es decir, cantidad de árboles adultos en zonas públicas. Tener volumen verde permite gozar de mejores temperaturas en las calzadas, proteger a los caminantes e infraestructuras del polvo, evitar la acumulación de aguas de lluvias, entre otras cosas.

Uno de los pocos lugares en Chiclayo en el que se mantenía el volumen verde era la avenida Balta. Los árboles siempre estuvieron allí, hasta que la gestión del actual alcalde de la ciudad, Marcos Gasco, decidió remodelar la famosa avenida (una obra de más de cuatro millones de soles). La remoción es de por lo menos de 33 árboles. Los trabajadores municipales han talado los antiguos árboles, les han quitado sus ramas, les han cortado las raíces y han dejado sus troncos para que se sequen al sol. Hace algunos días, uno de estos largos troncos pelados cayó al suelo, dejando dos personas heridas. La disminución de las aves migratorias en Chiclayo ha sido considerable y, las pocas que quedan, se posan sobre los postes de luz y los techos de los edificios.

Los árboles son parte importante de cualquier urbe. Configuran su identidad, purifican su aire, dotan de belleza sus calles. Los árboles son parte de la historia de la ciudad. A raíz de lo hecho por el alcalde Marcos Gasco, un grupo de chiclayanos protestó encadenándose a los pocos árboles que aún se mantienen en pie. Tienen razón, se puede realizar la remodelación de la calzada sin afectar la flora. Hace algunos años se remodeló con éxito, por ejemplo, la avenida Larco en Miraflores. Mientras tanto, la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental formalizó una denuncia en contra de la gestión de Gasco porque la obra de la Municipalidad no cuenta con plan medioambiental. El estudio de mecánica de suelos también está siendo cuestionado porque el mismo ingeniero que firma el estudio ha denunciado la falsificación de su firma y su sello. Es decir, todo hace indicar de que se trata claramente de una obra fraudulenta, además de un crimen ambiental.

Es lamentable la situación de Chiclayo. Los problemas con la basura, con los desagües, la disminución de la calidad de vida de los chiclayanos y la corrupción institucionalizada. Los últimos alcaldes se encuentran presos por corrupción y Gasco, cuya familia es cercana al gobierno del presidente Castillo, parece no estar libre de cuestionamientos: La fiscalía ha solicitado 6 años de prisión por corrupción para él. De las pocas cosas por las que se le recordará, además de haber sido un alcalde mediocre, está el haber matado cerca de treinta árboles históricos en la principal calle de la ciudad. Lamentablemente el daño ya está hecho.

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