(Foto: REUTERS/Karen Toro)
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La decisión del presidente Guillermo Lasso de invocar la “muerte cruzada” para disolver el Congreso le pone fin a su mandato y precipita nuevas elecciones generales para atajar la grave crisis política que envuelve al país. No menos importante, la medida evita su inminente vacancia a manos de la asamblea.

A diferencia de la fallida disolución ensayada por Castillo en nuestro medio, el gambito de Lasso respeta los cauces constitucionales establecidos. Si bien al principio tuvieron algunos pronunciamientos críticos, los principales grupos políticos ecuatorianos no se han movilizado en contra de la medida y vienen preparando sus estrategias para el nuevo proceso electoral de agosto.

Desde el inicio de su gobierno, Lasso enfrentó una férrea oposición congresal liderada por la agrupación del expresidente Correa y los partidos indígenas, que bloquearon buena parte de su agenda legislativa. No ayudaron los yerros de su administración, aquejada de serios problemas de comunicación y una creciente desconexión con la ciudadanía.

El intento de Lasso por recuperar la iniciativa este verano con la organización del referéndum para aprobar un importante paquete de reformas, le sumó otra derrota estrepitosa. Lo mismo ocurrió con las elecciones municipales concurrentes que llevaron al triunfo de la izquierda en Quito y, luego de 30 años, Guayaquil.

Sin dudas, el flanco más débil de la administración ha sido la creciente inseguridad ciudadana. Y es que el país vive una escalada de violencia sin precedentes, impulsada por la actuación de organizaciones delictivas relacionadas con los carteles mexicanos y colombianos. La rivalidad entre las organizaciones criminales ha desembocado en ataques con bombas, masacres y reyertas carcelarias que el gobierno no ha sabido frenar. La tasa de homicidios registra niveles superiores a los de México y duplica a la peruana.

No menos importante, el país enfrenta presiones inflacionarias y problemas con la balanza de pagos y las cuentas fiscales. La economía ecuatoriana tendrá un crecimiento exiguo este año, impactada por la inestabilidad política y la perdida de confianza de los inversionistas. La renegociación de la deuda con China ($18 mil millones), acumulada durante el gobierno de Correa, y la suscripción de un acuerdo comercial con ese país podrían aliviar en algo la situación.

La “muerte cruzada” le da a Lasso la posibilidad de gobernar por decreto durante seis meses, con cargo a la revisión del tribunal constitucional. Al amparo de ese mecanismo, el Ejecutivo ya aprobó una primera modificación tributaria, y es probable que impulse la agenda que quedó entrampada en la cámara. Son facultades que deberá ejercer con mesura y moderación para evitar mayores confrontaciones.

A propósito de la “muerte cruzada”, señalaba Lasso en una entrevista que prefería vivir seis meses en el purgatorio que en el infierno. Lo segundo resulta claro, lo primero dependerá de la intensidad de las llamas con las que le toque lidiar los próximos meses, sobre todo considerando las difíciles circunstancias del país y la intensa polarización de las próximas elecciones.

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