[Opinión] Luis Eduardo Cisneros: El terror sigue con nosotros

Apenas a minutos de conocida la muerte del genocida terrorista Abimael Guzmán, escuché por una radio local, 2 llamadas que me estremecieron. La primera, una señora que le brindaba las condolencias a la familia de Guzmán, y aseguraba este fue “un luchador social”. Apenas terminó de hablar, el locutor colgó el teléfono y pasó a otra llamada. Hizo lo mismo cuando una joven 18-25 años, aseguraba que Guzmán era “un referente de la lucha de los oprimidos y pobres contra el Estado y clase dirigente traidora”.

El terror e ideologías genocidas como las de Sendero Luminoso necesitan ser confrontadas, desde una ciudadanía sensibilizada y altamente informada, algo en lo que hasta la fecha hemos fracasado. Ni la “Comisión de la Verdad y Reconciliación”, ni el “Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social”, han logrado este objetivo y, por el contrario, han generado narrativas que confrontan y polarizan, beneficiando ello al verdadero enemigo que se alimenta y resucita con esta situación.

La muerte de Guzmán Reinoso debe convertirse en un punto de inflexión que genere consensos desde la historia y las evidencias, y a partir de ello desarrolle mensajes, campañas y educación permanente en escuelas y universidades, que alejen ideologías, impunidades y odios del pasado. Nos urge una visión compartida de aquello a lo que llamamos “terror”, venga este de grupos terroristas, paramilitares o del propio Estado.

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El terrorismo no ha muerto, y hay aún quienes lo romantizan. Otros utilizan la situación de pobreza y desamparo histórico por parte del Estado para sembrar aquel odio del cual el terror se alimenta. Pongamos en el centro del debate, de una vez las, grandes brechas económicas, de infraestructura y educación que fragmentan este país. No dejemos que los “fantasmas” de Guzmán o Cerpa vuelvan a ver en la inequidad una nueva oportunidad para matarnos entre peruanos.

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