Mirtha Vásquez, el día que anunció el cierre programado de 4 unidades mineras en Ayacucho. (PCM)
Mirtha Vásquez, el día que anunció el cierre programado de 4 unidades mineras en Ayacucho. (PCM)

Para nadie es un secreto la relación de dependencia de Mirtha Vázquez, la incendiaria premier de Pedro Castillo, con la ONG Grufides y la Red Muqui, organizaciones antimineras que usan donaciones millonarias de oscura procedencia. También es harto conocido su vínculo con el inefable exsacerdote y fracasado candidato presidencial, Marco Arana, causante de la destrucción del proyecto Conga y el “nacimiento politico” del delincuente Gregorio Santos, quien cumplirá 19 años de condena por corrupción cometida durante su gestión como gobernador regional de Cajamarca.

A pesar de estos antecedentes, Castillo fue encandilado por la voz dulce y la frágil figura de la señora Vásquez y los gélidos susurros de Verónica Mendoza, imaginando equivocadamente que sería mejor que Guido Bellido, y que ésta tejería consensos con la empresa privada, el gobierno y la ciudadanía, pero, una vez más, se equivocó, y al poco tiempo, la supuesta “dulce” dama, anunciaba unilateralmente el cierre de cuatro proyectos mineros, pisoteando el Estado de derecho.

Aunque recién ayer dio una discreta marcha atrás, sin reconocer que se equivocó, el daño ya estaba hecho y los anuncios trajeron graves consecuencias económicas para las mineras que fueron mencionadas, con la pérdida de millones de dólares y la caída de sus acciones en el mercado internacional (Hochschild), arriesgando así la estabilidad de más de 50 mil empleados y la consecuente convulsión política en el país.

Mirtha Vásquez representa la dictadura del movimiento ambientalista que proviene del Foro de Sao Paulo y grupillos como Red Muqui, Grufides y otros, cuyo objetivo es cerrar toda forma de explotación de riquezas naturales con un conservacionismo enfermizo y empobrecedor. Doña Mirtha les oculta a los campesinos que en las “cabeceras de cuenca” se puede hacer exploración y explotación minera sana y productiva mediante alianzas entre las comunidades y las empresas.

No se trata de cerrar todo y actuar como el “perro del hortelano”, que no explota ni desarrolla ni deja hacerlo, como es la consigna de las ONG ambientalistas; se trata de tener empatía con los más pobres del Perú y trabajar por y para ellos. Por eso, hoy dudamos que Pedro Castillo esté concentrado en conjurar la arremetida “oenegera” antiminera, y más bien, lo veremos muy atareado desenredándose del halo de sospechas de los 20 mil dólares encontrados en el baño de su secretario general Bruno Pacheco, muy probablemente producto de la corrupción. Por esto y muchos más tenemos la convicción que corresponde la renuncia o la vacancia para ir a nuevas elecciones en el país. ¡Sí se puede!