(Foto: Ulises Ruiz / AFP)
(Foto: Ulises Ruiz / AFP)

Es horrible el regreso a la chamba después de Año Nuevo. Pero, además de resacas, resoluciones postergadas y mails sin contestar, el 2022 lo estamos recibiendo con una nerviosa vigilancia de síntomas.

Las anécdotas de fiestas COVID y los rumores de nuestras cadenas de WhatsApp se validan con la data, que indica que estamos en plena avalancha de transmisión de la variante Ómicron. Como en otras partes del mundo, los gráficos de casos confirmados se distorsionan por completo, con una feroz línea vertical que .

Pero un análisis más minucioso revela que, a pesar de un tsunami de casos,. Aunque todavía es prematuro, este patrón parece mantenerse en distintos países: .

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Lo que sí podemos esperar es una disrupción de planes en las próximas semanas, causadas por la velocidad con la que la variante se transmite. Con Ómicron, el reto no son los contagios graves, pero sí los leves y moderados, que son suficientes para ocasionar faltas a labores. Esto ha llevado a cancelación de miles de vuelos y eventos en Estados Unidos y Europa. Desde el , hasta la revisión de protocolos en la.

Pero, a nivel general, se atreven a vaticinar que Ómicron podría ser el inicio del fin de la pandemia, pues podría contribuir a una inmunidad de rebaño acelerada, pero con una carga moderada a los sistemas de salud.

De todas maneras, es vital que a nivel individual sigamos actuando con sentido común y empatía, pero también creo que nos podemos permitir recibir el 2022 con una necesaria dosis de optimismo cauteloso.

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