Congreso Nacional de Brasil, en Brasilia. (Foto: AP/Eraldo Peres)
Congreso Nacional de Brasil, en Brasilia. (Foto: AP/Eraldo Peres)

Todos saben que considero como un delincuente al presidente brasileño Lula, que salió de prisión no por haber probado su inocencia, sino por defectos procesales (pequeño detalle que los “progres” ocultan). Todos saben que su agrupación política (Partido de los Trabajadores) y los constructores brasileños fueron una máquina de corrupción continental y que dañaron especialmente al Perú. Pero nada de eso me puede evitar condenar absolutamente ese ataque lumpenesco de ayer contra los principales locales públicos en Brasilia, tal como también me pareció atroz la pasada ocupación del Capitolio por los trumpistas. Como Brasil juega en otra liga respecto al resto de Iberoamérica (por PBI, demografía y tamaño. Solo a México le dan un peso algo cercano), este ataque ha impactado mucho. Es alucinante este extendido fenómeno de polarización política por tantos países. Difícil establecer de dónde proviene, pero sospecho que el Internet y el activismo asfixiante de la izquierda (especialmente la “woke”) tiene mucho que ver: el Internet ha mellado mucho a los partidos y la prensa, que eran las válvulas políticas tradicionales, mientras que la izquierda ha jalado demasiado la cuerda en aspectos culturales y valóricos, lo que ha saturado mucho al otro lado y le genera reacciones muy intensas de rechazo. Ojo que, por su peso como país, un golpe militar en Brasil sería más posible de triunfar que en el resto de Iberoamérica. Un “putsch” en Perú, Chile o Colombia sería asfixiado inmediatamente por bloqueos y sanciones de USA y la Unión Europea, pero una dictadura en el inmenso Brasil les puede sacar la lengua a estos y subsistir más o menos tranquila, apoyándose probablemente en China. Si hasta las dictaduras venezolana, nicaragüense y cubana, países pigmeos al lado de Brasil, siguen en pie. Y la pasada y longeva dictadura militar brasileña se retiró cuando quiso e ilesa a sus cuarteles (y hasta algo popular), a diferencia del resto de dictaduras latinoamericanas.

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