Populismo, economía y democracia

La aplastante victoria de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) muestra que el pueblo mexicano no le hizo caso a la advertencia de MVLL de que si este ganara, sería un hecho “gravísimo” para la democracia mexicana y un “pésimo” ejemplo para AL. Lo mismo se dijo respecto a la candidatura de Gustavo Petro en Colombia. Ni Petro ni AMLO, con propuestas izquierdistas, son una amenaza contra la democracia ni menos seguidores del desastre de Maduro.

Se confunde al caudillo aprovechador y autoritario con el llamado “populismo” al que la derecha teme cuando los líderes izquierdistas convocan a las mayorías para luchar contra la desigualdad existente… y creciente, acusando de esta, con razón, a las élites que siempre controlaron el poder real.

Llamamiento que exige que lo contenido en la Constitución y las leyes verdaderamente se pueda cumplir y no quedarse como verdades y justicia que superviven solo en el papel. “Que todos tengamos las mismas oportunidades”, “todos los peruanos tenemos el derecho a una vivienda digna”, “todos somos iguales ante la ley”, etc.

Son los voceros del llamado “sector privado” (grandes empresas, bancos, etc.) contrapuesto al maligno y criticado ‘Estado’ que malgasta sus ingresos (es verdad), aunque algunos de estos voceros sean expertos en conseguir mañosamente, y vía el Estado, sus privilegios. Son los celosos defensores de las desiguales restricciones impuestas desde la economía siempre que favorezca a la tasa de ganancia de los propietarios de las empresas, sin tomar en cuenta los salarios de los trabajadores. Luchar contra la inflación y reducir el déficit fiscal está bien, lo segundo, mal.

En democracia, también deberíamos aceptar otra restricción, ahora, para la política. Esta debiera estar al servicio de combatir la desigualdad.
¿Si los desbordes del norte se hubieran producido en Miraflores o San Isidro, habríamos estado un año sin hacer nada?