Las medidas tomadas en el Protocolo de Montreal para revertir las emisiones de clorofluorocarbonos (CFC) están teniendo éxito, señala el columnista.
Las medidas tomadas en el Protocolo de Montreal para revertir las emisiones de clorofluorocarbonos (CFC) están teniendo éxito, señala el columnista.

Al tiempo que avanza el calendario en su búsqueda al encuentro del verano, el agujero de ozono que se formó este año sobre el Polo Sur de la Tierra ha confirmado que seguimos apreciando, año a año, una tendencia a que su extensión disminuya.

Algunos datos importantes: el agujero de ozono no es una condición permanente. Se forma hacia la llegada de la primavera y se disipa por completo hacia la llegada del verano. Además, la disminución de la concentración del ozono (que nos protege de la radiación solar) se presenta generalmente entre los 14 y 21 kilómetros de altitud aproximadamente; de este modo, solo a través de alta tecnología proveniente de observaciones satelitales podemos registrar día a día la variabilidad de esta condición.

Las medidas tomadas en el Protocolo de Montreal para revertir las emisiones de clorofluorocarbonos (CFC) están teniendo éxito.

De hecho, la secuencia observada en los últimos varios años nos motiva a proyectar que, hacia finales del siglo XXI, la concentración y distribución del ozono en la atmósfera de la Tierra volvería a sus valores previos a la etapa destructiva observada antes de que finalice la segunda mitad del siglo XX.

Sí se puede si hay consenso entre los países.