Los países de Europa han sufrido por las altas temperaturas y las escasas precipitaciones desde principio de año.
Los países de Europa han sufrido por las altas temperaturas y las escasas precipitaciones desde principio de año.

Seiscientas noventa mil hectáreas de pastos y áreas verdes han sido presas de las llamas en este verano que ya pronto terminará en Europa. La fuente de los datos es la propia Comunidad Europea con sus organizaciones de monitoreo avanzado.

Los que hemos visto durante este verano boreal están vinculados también a la falta de nubes y lluvias en el Viejo Continente. Aunque la discusión sobre la magnitud de los hechos, y si configuran o no cambio climático o simplemente variabilidad climática, no puede zanjarse; la realidad es que el impacto de una sequía es colosal en lo económico y en lo ambiental.

Europa utiliza sus ríos como fuente de tránsito de mercancías. De hecho, la desembocadura del Rin tiene a dos de los mayores puertos del mundo: Amberes y Rotterdam. Pero también los utiliza para generar energía, refrigerar centrales nucleares y ciertamente riego.

Nosotros también tenemos nuestras vulnerabilidades en términos de lluvias. Muy vinculadas a El Niño y a la sierra cuando coinciden en verano.

Es bueno recordar una frase de Shimón Peres cuando visitó Perú en 2001, destacando que le impresionó mucho la manera en que desperdiciamos el agua en nuestro país. No invertimos en reservorios. Una lástima.

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