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Redacción PERÚ21

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Ricardo Vásquez Kunze,Desayuno con diamantesEs increíble que el correlato político de la reforma del transporte liderada por Susana Villarán, y tema de bandera de su reelección, no sea otro que una mototaxi electoral. Es decir, la alcaldesa pretende que votemos por ella porque asegura que sacará a la mayoría de las carcasas rodantes que circulan por Lima como parte de una mafia que hace daño a la ciudad y, sin embargo, se embarca electoralmente en una carcasa "partidaria" de nombre "Diálogo Vecinal".

Cualquiera hubiera esperado que la campeona de la reforma del transporte público se hubiera puesto al frente de una organización política que, metafóricamente, estuviese a la altura del Metropolitano, el Tren Eléctrico o los buses patrón. Lima no se merece menos. Pero no. La alcaldesa no va con ningún partido o agrupación política importante o, al menos, de cierta tradición electoral.

Sin partido propio y abandonada por la izquierda con inscripción en la ONPE, ninguno de los otros quiso recogerla en el paradero por una sencilla razón: ninguno tiene fe en su reelección. Así, ni el nacionalismo ni Perú Posible se animaron a llevarla como candidata. Saben que sus posibilidades están en el orden del 15% en el mejor de los casos. Lo suficiente, eso sí, para que puedan usufructuar de unas cuantas regidurías en la mototaxi de Villarán. Porque de eso se trata el "diálogo vecinal" de la alcaldesa de Lima: una vulgar repartija de cargos públicos.

La improvisación y falta de seriedad de Villarán para con Lima no es novedad. En 2010 su partido Fuerza Social inscribió su candidatura a última hora, con plantón y todo. Esta vez la última hora de Diálogo Vecinal fue, literalmente, un minuto antes del cierre de la inscripción electoral, con personero impugnado, actas duplicadas e indignados gritos de dirigentes defenestrados. Así parió la aventura reeleccionista de Susana Villarán.

De ahí que, como los Borbones, Susana Villarán es de las que no ha olvidado ni aprendido nada. No ha olvidado como ser improvisada y no ha aprendido como adquirir seriedad. Pudo haber construido una alternativa política viable para la capital en los cuatro años que lleva al frente de Lima. No lo hizo. En su lugar postula con una "agrupación vecinal" que está en el escalafón más bajo de las organizaciones políticas porque fue pensada para regir un barrio y no una ciudad de 10 millones de habitantes que, para remate, es la capital de la República.

¿Esa es su oferta electoral? ¿Eso lo que propone? ¿Que una agrupación barrial de dudosa factura y una gavilla de oportunistas gobierne Lima por los próximos cuatro años? ¿Tiene derecho la alcaldesa a tomarnos a todos el pelo así?

Lo cierto es que es una vergüenza que la más alta autoridad de Lima busque reelegirse en tales condiciones de precariedad política institucional. No dudo de que varios de sus contendores edilicios están en situación parecida. Pero la alcaldesa de Lima no puede ofrecer embarcar a la ciudad en el paradero informal de una mototaxi electoral. No es justo ni seguro para la vida de la capital.

Lo que mal empieza mal acaba. Villarán lo demostró ya una vez. Y no tiene el menor empacho de querer demostrarlo por segunda.