LIMA, 13 DE JULIO DEL 2020

FACHADAS DE DIFERENTES ENTIDADES DE LA CIUDAD DE LIMA.

FOTOS: FRANCISCO NEYRA / GEC
LIMA, 13 DE JULIO DEL 2020 FACHADAS DE DIFERENTES ENTIDADES DE LA CIUDAD DE LIMA. FOTOS: FRANCISCO NEYRA / GEC

Todas nuestras crisis, en algún momento, de alguna manera, han terminado. Siempre hemos encontrado la forma de superar los desafíos con que nos hemos encontrado; siempre hemos sido capaces de recuperarnos y de salir adelante. Esta no va a ser la excepción. Si siete veces nos caemos, ocho veces nos levantamos.

Es cierto que en la última década no hemos hecho un buen trabajo de promoción de las inversiones y que recientemente hemos enfrentado una pandemia, fenómenos climáticos y una volatilidad política sin precedentes, además de una situación internacional particularmente difícil. Pero las fortalezas del Perú están todavía muy presentes en la solidez de nuestra macroeconomía y en la resiliencia de nuestra cultura. Aquí nadie baja los brazos. Tenemos muy claro que no basta con remover las causas para remover inmediatamente los efectos: sacar un hielo de la refrigeradora no lo convierte en agua inmediatamente. Lo mismo sucede con los planes de inversión que fueron congelados por razones que ya no están presentes. Los planes de inversión son pensados para horizontes de largo plazo y son a la vez complejos de ejecutar y fáciles de detener. Toma tiempo recuperarlos.

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Descongelar para acelerar el retorno a una senda de crecimiento fuerte y sostenido es fundamental para reducir la pobreza, para generar empleo y para generar más oportunidades. El crecimiento económico es un arma demasiado poderosa en la lucha contra la pobreza como para dejarlo de lado: cada incremento de un décimo en el ingreso nacional es acompañado por una reducción en la pobreza de entre un quinto y un tercio.

Para que las empresas descongelen planes de inversión y retomen más rápidamente una perspectiva de largo plazo es necesario, además de contar con fundamentos macroeconómicos sólidos, seguridad jurídica y mercados competitivos, contar también con un gobierno, nacional y regional con mayores capacidades, bastante más eficiente, que simplifique, que promueva, que elimine trabas y que se gestione con honestidad. Hay un valor enorme y muy a la mano en destrabar y en simplificar los procesos de autorizaciones burocráticas.

Asimismo, es absolutamente crítico cuidarnos de regulaciones que generen más desconfianza o que afecten a nuestra democracia. Es crítico que tanto el Legislativo como el Ejecutivo se mantengan alejados de las tentaciones populistas. Especialmente en los temas transversales como los laborales, de salud o de pensiones. El liderazgo empresarial, a su vez, además de gestionar las prioridades de corto plazo, debe concentrar esfuerzos en articular y transmitir con acciones concretas una visión que nos movilice y nos ilusione en la construcción del Perú que queremos dejar a nuestros hijos.

Parafraseando al presidente Kennedy en su discurso inaugural, vale la pena que todos nos preguntemos no por aquello que el Perú puede hacer por nosotros, sino por aquello que cada uno de nosotros puede hacer por nuestro querido Perú.


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