Se han encontrado casos en los que son los propios padres los que utilizan a sus hijos para obtener dinero. (Fidel Carrillo)
Se han encontrado casos en los que son los propios padres los que utilizan a sus hijos para obtener dinero. (Fidel Carrillo)

Redacción PERÚ21

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ÁNGEL ARROYOaarroyo@peru21.com

Mario, como lo llamaremos, es un niño que acaba de cumplir los cinco años. Pese a su corta edad, cada día –sin falta– debe dejar de lado sus juegos y travesuras para cumplir con una terrible obligación: pedir limosna a transeúntes del Centro de Lima. A veces acude a la plaza San Martín y, otras, al Jirón de la Unión, pero siempre va acompañado de una robusta mujer que está atenta a cada uno de sus movimientos y lista para huir ante cualquier acción policial.

Según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (Mimp), la mendicidad entre menores de edad se ha incrementado en Lima. Lo más alarmante es que, en base a testimonios recogidos por esta institución, se ha descubierto que estos pequeños tienen un precio: S/.5. Son diversas las mafias que los alquilan para explotarlos en las calles.

Pero, ¿cómo operan estas organizaciones? El viceministro de Poblaciones Vulnerables, Julio Rojas, manifestó a Perú21 que hay dos tipos de explotadores de niños y adolescentes: los parientes (padres, hermanos o apoderados) y terceras personas. Estas últimas arriendan a los menores por exiguas sumas de dinero, como si se tratara de una especie de esclavitud.

Algunos de los lugares en los que se comete este ilícito son el terminal pesquero (Villa María del Triunfo), los mercados Central (Lima) y de Frutas (La Victoria), la plaza San Martín y la Av. Abancay (Lima), y zonas del Rímac, San Martín de Porres, Los Olivos y Comas.

Señaló que también se han detectado casos en distritos residenciales como Miraflores (parque Kennedy y Larcomar), San Isidro (óvalo Gutiérrez), Surco y San Borja.

Según Rojas, existen más de mil niños y adolescentes mendigos en la capital. Sin embargo, al provenir esta estadística de un estudio realizado por la Municipalidad de Lima en el año 2008, se estima que la cifra real es mucho mayor.

El funcionario aclaró que hay una diferencia entre trabajo infantil y mendicidad. Esto último, dijo, es vivir de la generosidad del público sin ofrecerle algún producto a cambio.

"En este ámbito concurren otros ilícitos pues los menores, al estar subyugados a un tercero, están expuestos a ser víctimas de explotación sexual y de trata de personas", alertó.

ALQUILAN A BEBÉSA través del programa Yachay, el MIMP ha obtenido valiosa información. Un dato relevante es el referido a las mafias dedicadas al alquiler de niños.

Según Amelia Cabrera, directora de Yachay, estas organizaciones pagan de 5 a 10 soles por un día de 'trabajo' de los menores. Las víctimas son de entre 5 y 12 años.

Detalló que los niños son atrapados en el mundo de la indigencia mediante el consumo de drogas (terokal y PBC, principalmente).

"Los convierten en adictos, y así se aprovechan de ellos por bastante tiempo, incluso por años", sostuvo tras remarcar que hay inescrupulosas personas que llegan a tener a varios menores bajo su subordinación.

"Las mafias están tan organizadas que, periódicamente, migran a los pequeños de una zona a otra. De esta manera burlan los operativos policiales. Además, tienen horarios en los que van a recoger el dinero recaudado", afirmó.

La especialista refirió que el alquiler de bebés para ejercer la mendicidad es común en Lima. "Toda esta información ha sido recogida por nuestros educadores desplegados en varios distritos limeños y en el interior del país", dijo.

NEGOCIO RENTABLEPero este ilícito negocio no existiría si no fuese tan rentable. Y lo es: los niños pueden obtener –como jornal diario– hasta 80 y 100 soles. Ellos trabajan de 8 a 12 horas diarias. Incluso, muchos regresan a sus casas a altas horas de la madrugada.

"Este dinero les es arrebatado por los adultos que, generalmente, los acompañan en las calles", precisó Cabrera.

En el caso de los mendigos adultos, las mafias abusan de las personas discapacitadas. Las trasladan a sus 'lugares de trabajo' hasta en taxis y el dinero que les pagan es insignificante en relación con el monto que los explotadores ganan.