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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Se hubiera visto pésimo que, en medio de la emergencia que atravesamos, el Congreso se pase dos días haciéndole decenas de preguntas –de seguro mayoritariamente anodinas y redundantes– al ministro Martín Vizcarra. El gesto del fujimorismo de no asistir a la interpelación me parece importante más allá del cálculo político. Lo que toca es que todos metamos el hombro y sin distinciones de ninguna clase. Las cuentas sobre quién quiso rentabilizar la desgracia las arreglamos después.

Dicho esto, me parece inexplicable que sigan apareciendo "noticias" falsas y mensajes maliciosos que buscan convertirse en psicosociales y que algunas personas les den crédito y ayuden a difundirlos. La pregunta obvia es ¿quién está detrás de esto? No son la iniciativa de algún estúpido irresponsable que se quiere hacer el gracioso; la forma en la que son concebidos, diseñados y distribuidos requiere cierta organización y producción. Denunciémoslos.

Ojo, criticar está muy bien, es sano y necesario siempre que se haga constructivamente y no intentando desmerecer, desprestigiar o destruir el trabajo o la credibilidad de quienes están en la primera línea de atención de la emergencia nacional. Sugerir que un gobierno que no sabe cómo comunicar ni las cosas que hace bien es capaz de pagar robots que peleen por él en las redes es muy tirado de los pelos, risible. Pero después de los fujitrolls durante la campaña, algo así se vuelve verosímil y hace daño.

PD. Apareció el alcalde de Lima en una conferencia en la que no dijo ni explicó nada relevante y en un programa de espectáculos donde no le preguntaron nada y, más bien, le quisieron poner un rostro humano. Si fuera Villarán, ya la habrían incendiado en la Plaza de Armas para calmar a los apus.