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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La campaña contra la "ideología de género" –que no, que eso no existe– mantiene su virulencia. A los carteles en la Vía Expresa y al balbuceo asustado de quienes no pueden explicar de qué se trata eso a lo que se oponen, se suma la embestida de sectores conservadores que sienten que la historia se aleja de ellos inexorable y, en su desesperación, se les escapa el fascismo como el aire a una llanta pinchada.

Y si no hubiera sido porque la fiscal María del Pilar Peralta Ramírez archivó la investigación contra los miembros del Sodalicio –acusados de 50 cosas contra las buenas costumbres–, del alboroto conservador solo hubiéramos visto una cara.

Según ellos, a un niño o niña no se les debe enseñar que da igual que les guste jugar con carritos, sartenes, pelotas, muñecas o prefieran el azul o el rosado; que nada de eso determina la forma en la que tratan a los demás niños y niñas o se les trata a ellos. No se les debe decir que nada de eso condiciona sus oportunidades. Según ellos, eso es deformar sus mentes inocentes. De algún modo, decirle a una niña que no necesita casarse, ni ser esposa, que puede ser independiente y que no tiene que ocuparse de la casa ni ser madre para realizarse, incentiva la homosexualidad y amenaza a la familia.

No he visto un solo crítico de la "ideología" pronunciarse por esta injusticia flagrante. ¿Será que no se hace leña del árbol caído? ¿Será –como sostiene la fiscal Peralta– que ya pasó mucho tiempo y, como las víctimas de Figari y sus secuaces no murieron, no se suicidaron y no están todas en un manicomio, ya no importan las violaciones?

¿O será que, bajo determinadas circunstancias, sí se pueden meter con sus hijos y callar?