Las calamidades para las regiones de la costa norperuana no tienen cuando terminar. El caudal de las lluvias se sigue multiplicando y con ello la destrucción que genera. Piura y Lambayeque son de momento las más afectadas, pero el impacto del fenómeno climático es notorio también en Tumbes, La Libertad y Áncash.

Y a las inundaciones se suman ahora otros males como el pillaje –todavía en sectores localizados– y las enfermedades. Se han reportado ya 6 muertes por el dengue en Piura (los casos detectados sobrepasan los seis mil), un virus que, como se sabe, encuentra su mejor caldo de cultivo en la humedad y los charcos o lodazales ocasionados por el desborde de los ríos en las zonas más calurosas. Los mosquitos se encargan de propagarla.

Un representante del Minsa dijo en Perú21TV que aumentará el número de brigadas fumigadoras que se enviarán para lidiar con los focos infecciosos... una promesa que llega, una vez más, sobre hechos consumados. Como suele decirse: tarde, mal y nunca.

No resulta nada raro entonces que, en esta región, que de alguna manera fue la contraparte cuando hace unas semanas las protestas sociales se encrespaban en el sur, estén anunciándose ahora paros y movilizaciones ante el abandono del Estado. Las pobres labores de prevención realizadas están quedando en evidencia y la indignación de los pobladores crece día a día.

Y, repetimos, no es para menos. Como ha dicho un experto del Senamhi en El Comercio “Los acumulados de lluvia este fin de semana fueron cinco veces más de lo que normalmente se reporta en la región durante todo el mes de abril. Lo normal es que se tenga acumulados de 18.5 mm, en cambio se ha registrado 92.5 mm en solo dos días”. Las intensas precipitaciones en Piura y Sullana se prolongan por más de 5 horas y a menudo llegan acompañadas de rayos y truenos. El mosquito letal vuela, pues, a sus anchas.

Esto ocurre en Piura, pero el Indeci, por su parte, ya alertó que existen 637 distritos de la costa norte y de la sierra en riesgo de deslizamientos, huaicos u otro tipo de desastres.

Si el Gobierno y el Congreso no toman acción, aparte de las pérdidas y del drama social, esta situación puede derivar en una nueva bomba de tiempo de imprevisibles consecuencias políticas.

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