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Redacción PERÚ21

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Ricardo Vásquez Kunze,Desayuno con diamantesJennifer López quiere hacer ruido. Le ha pedido a Casper Smart un anillo de diamantes de 250,000 dólares. La diva del pop no acepta menos por una alianza de compromiso que le asegure que Smart, un bailarín con el que sostiene un romance desde hace algún tiempo, no sea un vulgar gigoló. Porque el asunto es que Smart, varios años más joven que ella, si bien tiene oficio moviendo las piernas en los escenarios y beneficio moviendo alguna otra cosa en la cama, no tiene crédito alguno como para convencer a la opinión pública, pero sobre todo a J.Lo, de lo honestas de sus intenciones matrimoniales.

Ante estas sospechas fundadas la estrella ha decidido con buen tino ponerlo a prueba. Las declaraciones y las promesas de amor eterno no le interesan. Si la convence de que puede conseguir, bailando con su propio pañuelo, un cuarto de millón de dólares para casarse, esto quiere decir que Smart tendrá al fin el suficiente crédito para tomarlo en serio. Le será difícil conseguirlo. Los envidiosos le pondrán mil piedras en el camino. Después de todo, ¿cuántos no querrán casarse con Jennifer López? O, ¿cuántos que no pueden casarse con ella querrán que siga soltera?

No sé cómo serán las curvas de la democracia ni cómo se contonean sus caderas. Pero lo que sí sé es que no debe estar nada mal la doña porque pretendientes no le faltan. Uno de larga data es el fujimorismo. Al principio convivieron en una relación tormentosa de amor–odio en la que hubo secuestro, uña y sacada de vuelta. Todo terminó por la pata de los caballos. La democracia desplumada y el fujimorismo en la cárcel. Arrepentido, según parece, el fujimorismo ha vuelto a tocarle la puerta con su ramo de flores y juramentos de amor hasta la muerte. No le ha ido nada mal en sus afanes porque la última vez ha estado en la antesala, a punto casi de sacarle un sí, quiero.

Pero los juramentos y las flores ya pasaron a la historia. Porque aunque la atracción es innegable, la democracia no es tan tonta como para recibirlos como cuando no se conocían. El fujimorismo alega que ya no es el gigoló de antes, que ha cambiado. Que fueron las malas influencias del montesinismo las que lo malograron todo. Su problema es que no tiene crédito. Sus seguridades de fidelidad son tan misias que no las avala nadie respetable y la democracia siempre será una rica heredera. No tan dura, sin embargo, como la heroína de Washington Square.

Pues he aquí que por auténticos azares del destino el fujimorismo ha llegado a presidir la comisión investigadora López Meneses. Una prueba mucho más cara que cualquier anillo de diamantes para comprometerse fielmente con la democracia y su patrimonio que es el estado de derecho. Porque para la opinión pública López Meneses representa todo lo abyecto de lo que el fujimorismo asegura estar arrepentido. Y la democracia le está dando la oportunidad única de saldar cuentas con el montesinismo y sus prácticas mafiosas que, una vez más, han intentado abusarla.

Así, el fujimorismo puede demostrar por primera vez con hechos evaluados los dichos devaluados. No la tendrá nada fácil si sus intenciones son sinceras. La democracia tiene a varios pretendientes en la cola y, finalmente, ¿a quién le conviene un competidor reivindicado?

Ese será pues su gran desafío. Si lo pasa definitivamente harán ruido.