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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Ayer, en la ceremonia por el 20 aniversario de la operación antisubversiva Chavín de Huántar, el presidente Pedro Pablo Kuczynski saludó a la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, (aunque a través de una identificación, por decir lo menos, curiosa) y solicitó "voltear la página" –imagino– por el bien del Perú.

Más allá de la extravagancia de referirse a la lideresa de un partido por sus lazos familiares ("la hija de don Alberto Fujimori"), es plausible que el mandatario y su gobierno busquen un acercamiento con la principal fuerza de oposición.

Dicho esto, al frente se sintió una afirmación, si bien no de la lideresa del fujimorismo, del referente histórico del mismo: "El presidente Kuczynski propuso hoy voltear la página. ¡Tiene razón!", tuiteó el ex presidente Fujimori poco después.

Desde esta esquina venimos sosteniendo, incluso antes del primer día de gobierno, que el futuro dependía de la relación entre estas dos fuerzas políticas. El tiempo, sin duda, nos ha dado la razón. Pero el tiempo perdido ha producido fisuras y acciones que hacen de aquella posibilidad (trabajar juntos) una muy remota.

Para empezar, hasta el día de hoy existen miembros al interior de ambas fuerzas que buscan agitar las aguas, cuando no un enfrentamiento nuclear entre sus partidos. Siempre existirán agendas diferentes, así como interpretaciones y objetivos disímiles; pero en la búsqueda de un trabajo en conjunto, las cosas se ponderan y priorizan. Esto requiere de una práctica y lógica, hechos que no vemos el día de hoy.

Por cierto, nadie pretende un "cogobierno", aunque de aquel podrían salir las grandes e importantes reformas que tenemos pendientes. Bastaría con un acuerdo mínimo o un espacio de información y coordinación para que ambos poderes avancen en aquellos ejes donde prevalecen los acuerdos, dejando los debates para un segundo término.

De nuevo, ello requiere gestos, altura, poner de lado a los chillones, y una serie de condiciones que no vemos en el horizonte. Ojalá nos equivoquemos, ojalá nos demuestren que existe voluntad y no solo palabras.