Salida sin remedio. (Fotos Britanie Arroyo Dueñaz)
Salida sin remedio. (Fotos Britanie Arroyo Dueñaz)

La censura al ministro de Salud, Hernán Condori, en algo mitiga el papelón del Congreso tras las vergonzosas alianzas que se establecieron cuando se discutió la moción de vacancia. En este caso las bancadas que se subieron al carro del Ejecutivo decidieron no llegar tan lejos oponiéndose a lo que era un clamor de la opinión pública, que al frente de una de las carteras más sensibles que hoy tiene el país se hubiera puesto a un charlatán, que, por si fuera poco, arrastraba además denuncias de corrupción por su desempeño en el Gobierno Regional de Junín, bajo el mando de Vladimir Cerrón.

Por suerte para el país –pues en verdad la mudable lógica de ciertos grupos parlamentarios se basa únicamente en cálculos políticos non sanctos– el infame pacto que salvó el pellejo presidencial no fructificó en la votación de ayer. Condori deberá dejar el cargo de inmediato.

Corresponde ahora nombrar a un profesional competente que retome con seriedad las estrategias de vacunación masiva, debidamente impulsadas y explicadas en campañas informativas pues, como se ha dicho en estas páginas, si la pandemia está retrocediendo es solo por efecto de las inoculaciones. Y si estas no continúan, la situación volverá a ser crítica.

Sin embargo, como señalan los analistas, esperar tamaña sensatez en el gobierno es casi una ingenuidad: lo más probable es que repitan la fórmula que viene empleando cuando algún funcionario que nombraron es obligado a renunciar, sea por el peso de su prontuario criminal o su gruesa incompetencia: reemplazarlo por alguno de sus lugartenientes, tal cual ha ocurrido en Petroperú. Todo un modus operandi, como suelen decir los penalistas.

Como se sabe, la del írrito promotor del agua arracimada no es la única designación escandalosa que se ha realizado en estos últimos meses, pues tenemos actualmente ministros que, a falta de una preparación idónea, hasta han sido procesados por asesinato y a altos funcionarios que golpean a sus esposas e hijas, o han estado involucrados en coimas y negociados.

Todos ellos en cargos estratégicos que ciertamente debilitan y entorpecen el trabajo del Estado en favor de la población, si es que no se dedican a usufructuar ilícitamente los dineros del erario… ¿o es que ese es el plan, señor presidente?