(AFP)
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Beirut es el puerto principal del Líbano. Por allí entra y sale todo el comercio de Jordania, Siria e Iraq. Esta semana explotaron tres mil toneladas de nitrato de amonio, seis mil veces comparado con lo que ocurrió aquí en Tarata. La explosión destrozó vidas y viviendas, pero también stocks de trigo y combustibles que debían alimentar y dar energía al país por seis meses. Para peor, esto ocurre cuando Líbano está en quiebra. La libra libanesa se ha devaluado 400%, el gobierno ha confiscado los ahorros en dólares, la tasa de desempleo es mayor al 30% y el país vive de las remesas de los que trabajan en el exterior. Hezbolá, el grupo terrorista libanés, controla las estratégicas rutas comerciales y se financia apropiándose de productos subsidiados por la Comunidad Europea para revenderlos en los países vecinos a valor de mercado. Hay desgobierno, corrupción y descontento popular. Se plantea un rescate internacional. Hace 100 años Líbano fue un protectorado francés. Ahora se evalúa repetir el plato, para que otro país ordene las cosas y devuelva la soberanía a los libaneses en unos 10 o 20 años. El presidente francés Macron ha visitado el Beirut destrozado. Fue aclamado.

Cuando una persona es incapaz, se nombra a otra para que ejerza sus derechos. Así se nombran tutores o curadores a las personas, o interventores a las empresas, o protector a los países. Sucede, aunque no guste o sea discutible. Por eso preocupa que en el Perú tengamos evidencias de desgobierno. No hemos generado servicios públicos de calidad, no hemos resuelto los conflictos que tienen paralizada a la inversión privada, no arreglamos la incompetencia de los gobiernos regionales o locales, no sabemos dar leyes sensatas y no hemos incorporado a la actividad informal.

Luego vendrán las consecuencias de la epidemia: recesión económica, desempleo, pobreza, mayor deuda para cubrir gasto público, mayores impuestos para recuperar las finanzas públicas y, si no nos cuidamos, inflación.

Llevamos años en esto y crece. El riesgo es que nos vayamos acostumbrando y recién nos preocupemos cuando todo estalle y sea tarde. A 200 años de la independencia, está pendiente ser soberanos, esto es, mostrar que somos capaces de gobernarnos. Porque, si no lo recuerda, durante el primer gobierno de García, con terrorismo e hiperinflación, éramos candidatos para una intervención internacional. No ocurrió y que nunca ocurra. Depende de qué tan bien lo hagamos en los meses que vienen. Acuerdo Nacional, elegir bien y apoyar. De eso depende el futuro y la soberanía.

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