Osmán Morote dejó la prisión (Mario Zapata/Perú21)
Osmán Morote dejó la prisión (Mario Zapata/Perú21)

Con el puño en alto, Abimael Guzmán (a) Presidente Gonzalo celebró la decisión del Colegiado A de la Sala Penal Nacional, que ordenó la excarcelación de Osmán Morote, número 2 de Sendero, y Margot Liendo.

Los dos terroristas afrontarán los procesos judiciales por los atentados en Tarata y la masacre de Soras bajo arresto domiciliario. La celebración de Abimael nos recuerda que para ellos la captura de la cúpula de Sendero a principios de los noventa no fue más que un recodo en el camino (Abimael dixit).

Varios miembros de Sendero han sido puestos en libertad luego de haber cumplido sus condenas por terrorismo. Sin embargo, la sociedad peruana no está preparada para enfrentar que, 25 años después, circulen libremente por las calles de nuestro país los sanguinarios terroristas que tomaron al Perú por asalto.

No hemos hecho la tarea, ni desde el Estado, ni la sociedad civil y mucho menos desde los partidos de estudiar a Sendero y los años de terror en los que nos sumieron. No tenemos herramientas que nos permitan enfrentarlos, porque hemos preferido no mirar. Dejar las cosas como estaban, meterlo debajo de la alfombra y permitir que se reescriba la historia del Perú. Hemos olvidado muy pronto que, a principios de los noventa, como sostiene Ricardo V. Lago, las posibilidades de que “Sendero tomara el poder e instalara una dictadura como la de los Khmer Rouge en Camboya eran palpables”.

Mientras el procurador Milko Ruiz sostiene que “tenemos jueces que favorecen al terrorismo”, el titular de la Corte Suprema, Duberlí Rodríguez, nos recuerda que la decisión de dictar arresto domiciliario la tomó un juez en marzo de 2017. Fallo que quedó confirmado en julio de 2017 porque la Fiscalía y la Procuraduría no interpusieron ningún recurso contra esa resolución.

En el Perú, la población penal es de 85,396, donde 35,594 reos están llevando el proceso judicial desde la cárcel. Sin embargo, a Morote y a Liendo los mandaron a sus casas, pese a que la Dirección de Seguridad de Penales de la PNP señaló que esas casas no ofrecían garantías. Pese a que están siendo juzgados por terrorismo.

Sendero está activo y está utilizando las plataformas de lucha de las organizaciones sociales a su favor. Sendero hace política y no hay un solo partido capaz de enfrentarlo.

Podrá no ser a través de la lucha armada o guerra popular, pero Sendero no ha renunciado a llegar al poder. Y nuestras instituciones se lo están permitiendo, dándole la espalda a la historia.