La memoria de pequeños accidentes. (USI)
La memoria de pequeños accidentes. (USI)

Los accidentes son parte de la vida. ¿El daño causado los previene? No necesariamente. El hecho es que el miedo de salir magullado es opacado por la presión grupal, la curiosidad o la excitación de actuar temerariamente. También es posible que el recuerdo de los accidentes no sea muy sólido.

Si uno entrevista una vez cada dos semanas, a lo largo de seis meses, a niños y a sus madres por separado, y se les pregunta por accidentes ocurridos en ese lapso: ¿un “siniestro” genera cautela?, ¿si tiene consecuencias más negativas, es recordado mejor por unos y otras? No, definitivamente no.

Madres y niños parecen insensibles ante el potencial negativo de un accidente y pocas veces toman medidas para prevenirlo en el futuro. Por otro lado, la gravedad del accidente no parece hacerlo más memorable, aunque sí cuán raro fue. Interesantemente, eso no convierte a la gente en más cuidadosa, puesto que, justamente, el accidente es visto como especial e irrepetible.

El hecho es que pocas veces se desarrollan nuevas reglas o normas para reducir riesgos. Otro elemento que llama la atención es que se recuerda la hora, el lugar, el clima y la presencia de los adultos, pero no la ansiedad, el estado de ánimo de los participantes, que nos hacen pensar dos veces antes de involucrarnos en actividades peligrosas. Igualmente, las madres y los chicos parecen no recordar las emociones del otro, como si estas no pudieran procesarse. Quizá si cuando ocurre un accidente, hiciéramos un alto y pudiéramos intercambiar sentimientos y conectarlos con las circunstancias, la cautela sería más frecuente en el futuro.

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