notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

No sabemos si Keiko y PPK son conscientes de lo que les espera luego de la segunda vuelta, si ganan. No sabemos si son conscientes de las consecuencias que van a generar con todo lo que vienen haciendo o dejando de hacer. Pero lo cierto es que todo lo que estamos viendo en esta segunda parte de la campaña no nos deja mucho espacio para el optimismo luego del 5 de junio.

El Perú, para recuperar los niveles de crecimiento y de inversión –pública y privada– que nos permitieron convertirnos en una economía digna de ser tomada en cuenta, requiere un gobierno con objetivos muy bien planteados y priorizados, ideas claras, políticas coherentes, y programas bien desarrollados que articulen y complementen eficazmente el esfuerzo de los organismos del Estado.

Requiere un Poder Ejecutivo conformado por un equipo muy bien cohesionado e integrado, que encabece la acción estatal, sin generar competencias internas ni protagonismos innecesarios, y que, por el contrario, trabaje coordinadamente bajo un liderazgo firme y siempre presente –el liderazgo no se delega–, que con el ejemplo inyecte dinamismo, transparencia, sentido de la urgencia, y necesidad de la eficiencia en la gestión.

Necesita de un gobierno que, durante los primeros seis meses, ponga en marcha las principales reformas que se necesitan para enfrentar con decisión –y sin temor al costo político– los problemas de la inseguridad, la desaceleración económica, la informalidad en todas sus formas, la desinstitucionalización y la corrupción.

Requiere un gobierno con los pantalones bien puestos para hacer a un lado el populismo, el clientelismo y el asistencialismo como objetivo, para generar las oportunidades que todos los ciudadanos requieren, y promover políticas y programas verdaderamente inclusivos que generen bienestar real y duradero.

Todo lo que los candidatos hacen, dicen, prometen, y dejan de hacer, parece ir en sentido contrario.