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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

¿Es posible una alianza explícita entre el Gobierno y el fujimorismo? Siempre es posible. ¿Sería beneficiosa? En el corto plazo podría serlo, pero en el mediano y largo plazo sería muy perjudicial para todos.

PPK podría ganar cierta sensación de estabilidad para su administración, y podría sacar adelante varias leyes; pero perdería gran parte de la base ciudadana que lo apoya –o que todavía lo apoya–, y con ella, lo que de legitimidad le queda.

Es verdad que a PPK ya no le interesa el futuro, pero su presente sería muy difícil. Con un casi total debilitamiento, su influencia en su bancada sería mínima, y varios congresistas –¿y ministros?– lo abandonarían en la práctica.

Con un PPK sin base política y sin partido –porque en realidad no lo tiene–, es obvio que quien llevaría la voz cantante en esta alianza o convivencia política sería el fujimorismo. El gobierno ganaría algo de tranquilidad, porque sus ministros –¿quiénes?– gozarían de cierta estabilidad y sus proyectos tendrían un apoyo garantizado, pero PPK estaría sometido, y el gobierno en la práctica sería fujimorista.

¿Qué gana el fujimorismo? Solo lo anterior, la satisfacción de someter a PPK. Porque tendría que asumir el activo y el pasivo de este Gobierno, y la responsabilidad de haber apoyado a PPK en todo lo necesario, para bien o para mal.

¿Y el país? Sufriría una nueva polarización; con el Ejecutivo y el Congreso alineados, pero con "la calle" ardiendo. Llegaríamos a unas elecciones del 2018 en las que la alianza tendría mucho que perder, y los radicales mucho que ganar.

Gobierno y fujimorismo deben seguir siendo oficialismo y oposición, y del diálogo deben salir acuerdos específicos para temas urgentes. El Ejecutivo debe tener una estrategia política sólida para gobernar realmente –que para eso fue elegido– y para tratar y/o enfrentar a la oposición; y el fujimorismo debe ejercer su posición pero actuar con responsabilidad.