Huelga de maestros ha tomado desde hace unas semanas el centro de Lima. (Perú21)
Huelga de maestros ha tomado desde hace unas semanas el centro de Lima. (Perú21)

Un profesor del centro poblado de Chatuma, en Pomata, Puno, me escribió expresando su preocupación por la forma en que algunos han informado y comentado la huelga de los maestros estatales. Si bien se quejó de los calificativos empleados por algunos columnistas –cosa que no voy a tratar porque las columnas de opinión no están en mi campo–, me quedo con la parte en la que se refiere a evitar caer en las generalizaciones y a la falta de un debido análisis por parte de algunos periodistas y medios. Él se considera un profesor debidamente formado y por eso lamenta que en algunos casos se ponga a todos los miembros del magisterio en el mismo saco.

En el caso de Perú21, pienso que la cobertura informativa, la que está a cargo de los periodistas de la sala de redacción, ha incluido todos los ángulos, las motivaciones, las movilizaciones y sus efectos, las tensiones y consecuencias políticas, la fragilidad en el sector Educación, los perfiles de los dirigentes, las cercanías con grupos extremistas como Movadef y Sendero Luminoso, y las negociaciones para el fin de esta larga huelga.
Sin duda ha sido el principal tema de cobertura en las plataformas impresa y digital con numerosas portadas sobre todo desde julio, cuando a la huelga de Cusco se sumaron los profesores de otros departamentos, que son los que aún protestan.

La evaluación docente es la razón por la que los maestros de las regiones liderados por Pedro Castillo, de Chota, Cajamarca, no quieren levantar la paralización. Por ello, recomiendo leer el detallado informe que ayer mismo el diario publicó sobre la importancia del proceso de evaluación del desempeño.

Sugiero que Perú21 siga con la lupa puesta en el sector Educación y que incluya historias sobre la realidad educativa en otras partes del país, especialmente zonas rurales. Hace varios meses, antes de la huelga, conocí la historia de un colegio en Ocoruro, centro poblado del distrito de Puyca, provincia de La Unión, en Arequipa. Ahí, a más de 3,600 metros de altura, no hay electricidad ni agua potable. Las aulas son multinivel. Los niños de los alrededores toman varias horas en llegar al colegio y por ello se quedan ahí tres semanas seguidas, igual que sus profesores. Todos duermen en la escuela, la principal edificación del centro poblado. Un comité de madres y padres de la zona los acompaña y los apoya en la preparación diaria de alimentos y en otros cuidados que merecen estos alumnos de educación inicial y primaria. No hay secundaria. Esa es otra historia. Pasadas las tres semanas de clase, viene la semana en que cada niño y maestro va a su pueblo. Caminas o vas en mula.

No he vivido en una burbuja, pero cuando escuché esa historia de alguien que está documentando la vida en esos pueblos, me hizo pensar en las tantas veces que los periodistas medimos las cosas desde nuestra particular realidad citadina y por nuestra responsabilidad con el público, debemos conocer más e informar mejor. Que acabe ya esa huelga.